DPA.- Por una pajilla, Craig Ewert ingiere el coctel mortal de somníferos. Luego, muerde el interruptor que 45 minutos después lo desconectará de la respiración artificial que lo mantiene vivo.

El hombre de 59 años no puede usar sus manos para activar el botón porque estas al igual que su cuerpo están paralizadas. Por lo que el exprofesor quería ahorrarse a sí mismo y a su familia la tortura de una enfermedad neuronal degenerativa incurable.

Ante la cámara, recibe asistencia para su suicidio en una clínica suiza de la controvertida organización Dignitas. Se despide de su esposa, Mary, y luego hacen efecto los medicamentos. Él muere, pero la cámara sigue grabando.

Anoche, estaba prevista la transmisión del documental “Derecho a morir”, por el canal Sky Real Lives, sobre el suicido asistido de Ewert, en el 2006.

En abril de ese año, el profesor de informática jubilado, de nacionalidad estadounidense y quien residía con su familia en Inglaterra, recibió el diagnóstico demoledor: una enfermedad mortal paralizaría todo su cuerpo y le quitaría la vida en dos o cinco años.

Pero la enfermedad evolucionó más rápido y en pocos meses estaba en silla de ruedas y ya no podía respirar por sí mismo o moverse. Por eso, el padre de dos hijos se decidió por el suicidio asistido con Dignitas, que el año pasado ayudó a 141 personas a quitarse la vida.

Ya antes de la emisión, el documental generó indignación de organizaciones contrarias a la eutanasia que lo catalogaron de “macabro voyeurismo de la muerte”, por glorificar el suicidio.

En cambio, la esposa de Ewert, Mary, de 59 años, considera que “si la muerte se esconde, las personas no se enfrentan a sus preocupaciones al respecto. Craig era maestro, y se puede decir que hizo esta película como maestro”.