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En la esquina neutral
Cuando un maestro se va Lázaro Malvarez
Periodista
La pequeña escuela del boxeo costarricense siente un vacío. Su maestro, Humberto Aranda, colgó los guantes y deja una plaza difícil de llenar. Se marchó con un triunfo ante el nicaragüense Víctor Vaquedano, en un Gimnasio Nacional, para mi gusto, sin el público suficiente para despedir a un gran campeón.
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Ante los golpes de la vida, Aranda se levantó y alzó su mano victoriosa.
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Apodado “El Maestro” por su buena técnica en el arte de golpear sin ser golpeado. Aranda consiguió récord de 37 triunfos y 15 reveses. Representó a Costa Rica en los Juegos Olímpicos de Seúl-88, donde ganó un combate antes de caer ante el polaco Jan Didak.
Honor a quien honor merece y Humberto Aranda es digno del respeto que se ganan los hombres cuando suben con agallas, corazón y algo más al cuadrilátero.
Así lo hizo ante el español Francisco Javier Castillejo el 14 de mayo de 1999, cuando disputó y perdió el título súper welter del Consejo Mundial de Boxeo. Ese sábado, miles de amantes del boxeo sentimos en carne propia la herida de Aranda, los letales “volados” del europeo y nos quedamos con las ganas de tener nuestro primer Campeón Mundial. Nos faltó algo, tal vez una mejor preparación, pero nunca el valor y la vergüenza deportiva porque eso a nuestro campeón siempre le sobró.
La pelea con Castillejo fue la más divulgada, pero Aranda se enfrentó a rivales superiores al español.
Ricardo Mayorga, Romanis Ellis, Raúl Márquez, Kermit Cintron y al alemán Marco Schulze, a quien “El Maestro” el dio una lección gratis de pugilismo en su propia casa para ganar el título Intercontinental.
El boxeo vive un buen momento en el país. Carl Davies se prepara para disputar un título mundial, pero solo el tiempo dirá si llenará el vacío del maestro que se va.
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