Darío Rodríguez Rojas, chofer de bus que se precipitó a guindo

“Papi nos quedamos sin frenos... ¿qué hago?”

Padre de conductor ayudó, según pasajeros, a que vuelco no acabara en tragedia mayor

Pérez Zeledón, San José. - Unos minutos antes, cuando en la parada de La Alfombra el chofer Carlos Darío Rodríguez Rojas se detuvo para bajar a dos señoras, todo transcurría normalmente.

El autobús, contratado como refuerzo, había salido a las 3:45 p.m. de San Isidro de El General rumbo a Quepos.

Sin embargo, unos 400 metros después de reiniciar la marcha vio el gran problema en que se encontraba.

“Papi nos quedamos sin frenos... ¿qué hago?”, le preguntó Darío a su papá don Armando, también chofer y que viajaba con él porque tenía que ir a trabajar a Quepos.

“Hijo, usted sabe qué hacer. Estamos en las manos de Dios y en la suyas”, le contestó, al mismo tiempo en que mandaba a todos los pasajeros a ubicarse en la parte trasera del autobús.

Llegó una primera curva que apenas tomó pero ya en la segunda cayó al fondo del guindo.

La gente, aunque trató de agarrarse lo más fuerte posible, o salió despedida por los aires o quedó aprisionada dentro del hierro retorcido.

Una tragedia de insospechadas consecuencias se había evitado gracias a la Providencia y la maniobra del chofer.

Al final, un adolescente fallecido, Adrián Navarro Blanco, cuatro pacientes graves, ocho en condición intermedia y 12 estables.

Ayer la dirección médica del hospital Escalante Pradilla mantenía atención directa sobre los más graves, mientras a otros empezaban a darles la salida.

Un ambiente de duelo se vivía en la casa del joven Navarro, vecino del barrio Tierra Prometida, en San Isidro de El General.

El muchacho cursaba el tercer año del liceo nocturno y era el tercero de cuatro hermanos.

Al momento del accidente se dirigía a Quepos donde iba a pasar únicamente la noche, porque tenía planeado regresar ayer.