Erick Carvajal M.
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Las zompopas se comen a Guayabo. Incluso, en este momento, mientras lee, millones devoran el monumento arqueológico.
Estoy frente al montículo principal. Es miércoles y el sol brilla.
Una fila de hormigas penetra dentro de la estructura. Las veo pasar en medio de las piedras y encima de ellas, hormigueros.
A un lado, en medio de las piedras, colocadas hace millones de años por los indígenas, una pequeña planta es devorada.
Los insectos no se ven a simple vista, pero 20 hormigueros fueron localizados, la semana pasada en el sitio, por el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE).
En promedio, cada uno, tiene alrededor de cinco millones de zompopas.
“Es una emergencia”, sostuvo Rafael Gutiérrez, director del Área de Conservación de la Cordillera Volcánica Central.
El efecto erosivo que producen las hormigas socava las estructuras, las debilita y falsea las piedras.
Las zompopas buscan áreas abiertas, claros del bosque, donde puedan ubicar los hormigueros. El monumento es especial para ello.
Estos insectos están cerca de los montículos, calzadas, por el acueducto, en las zonas rectangulares y cerca de las tumbas.
“Se necesitan más de ¢500 millones para solucionar éste y otros problemas que afectan el sitio”, precisó Gutiérrez.
Una comisión, integrada por varias instituciones, Museo Nacional, Ministerio de Cultura y MINAE, trabajan para rescatar a Guayabo.
Control orgánico
Eliminar las zompopas no es fácil. No se pueden usar químicos, la solución debe ser orgánica. “El deterioro del monumento es evidente, pero hay una comisión que trabaja en un plan sistemático de manejo que involucra conservación, investigación y restauración”, explicó el arqueólogo Ricardo Vásquez, del Museo Nacional.
La comisión analiza dos estudios para el control de las hormigas. Uno es del Centro Agronómico de Investigación y Enseñanza (CATIE) y otro del Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio).
La primera etapa consiste en eliminar, de forma orgánica, a las hormigas y luego rellenar los hormigueros, que, según vecinos del sitio, pueden alcanzar profundidades de hasta un metro y medio.
Un sentimiento de esperanza me inunda. En medio del bosque, pienso que Guayabo se puede salvar y veo que hay un grupo de profesionales que trabaja en eso.
Ana Eduarte, conservadora y restauradora de bienes muebles del Museo Nacional, adelantó que buscan expertos en conservación y restauración de sitios arqueológicos.
“Sabemos que en Colombia y algunas partes de Europa hay estructuras similares y ellos nos pueden dar pautas a seguir en el caso de Guayabo”, dijo.
Lo que pretende esta comisión es obtener todos los estudios posibles sobre el monumento para poder dar un diagnóstico final y definir los pasos a seguir.
“El Parque no está a la mano de Dios, estamos trabajando en su restauración y conservación”, comentó Eduarte.
Guayabo 3D
Dentro del parque, me pregunto cuántas estructuras más están bajo la amaneza.
Y parece que esa inquietud la responderán pronto. En setiembre de este año, empezará un proyecto llamado Guayabo 3D.
La idea, del arqueólogo Ricardo Vásquez, es hacer un mapa tridimensional del monumento y de la zona boscosa.
El total del área protegida es de 233 hectáreas, de las cuales 20 son del sitio arqueológico y 213 del bosque secundario y primario.
El armadillo, que hace huecos en cualquier parte, también daña a Guayabo, lo mismo que la cantidad de agua que cae por año (alrededor de cuatro metros cúbicos).
Salgo del parque con otra visión. El sitio mágico sigue en mi retina, pero ahora veo el peligro que corre este vestigio indígena.
Afecta a todos
Fernando Guillén, Comerciante
Lo que afectaría el daño en el parque es que bajaría el precio de los terrenos que están a su alrededor”.
Erick Rodríguez, Comerciante
Las hormigas están en toda la zona, pero no solo eso afecta al parque porque hace falta más inversión turística”.
Fabián Céspedes, Dependiente
Creo que las hormigas no solo afectan al parque, sino también a los agricultores de la zona de Guayabo”.
Tesoro de flora y fauna
Guayabo no solo ofrece a sus visitantes la belleza arqueológica, sino también las riquezas de su flora y fauna .
Información del Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) revela la existencia de cobertura boscosa secundaria de árboles pequeños y arbustos de rápido crecimiento.
En medio de esta cobertura boscosa, se desarrollan especies como el armadillo, el pizote, la guatusa, pericas, nutrias y el león breñero, entre otras. Se ha logrado observar en la zona más de 173 especies de aves, entre las cuales destacan: chachalaca, lechuza café, pájaro bobo, tucán pico arco iris y oropéndola.
Las evidencias de ocupación humana más antiguas, en Guayabo, se ubican entre los años 1.000 a 8.000 antes de Cristo, llamado el periodo paleoindio y conocido por el advenimiento de pueblos asiáticos a América.
Su legado se encuentra en las puntas de proyectil de flechas y lanzas llamadas “Clovis” y “Folson”, para raspar madera y perforar cuero.
El deterioro del sitio es evidente
Ricardo Vásquez, arqueólogo
¿Para qué se creó la comisión institucional asesora para el rescate del monumento Guayabo?
Es para tratar de establecer un plan sistemático del manejo del monumento, en todos los aspectos de conservación, investigación y restauración.
¿Qué estudios se necesitan realizar en Guayabo?
Varios. Hay que realizar una serie de trabajos de estudio de base, mecánica de suelos, hidrogeología, manejo de aguas, entre otros aspectos.
¿La situación de Guayabo es emergencia?
El deterioro del monumento es evidente, pero no es una cuestión tan aguda como mucha gente la ha presentado.
¿Qué otro factor, además de las hormigas, afecta al sitio arqueológico?
La lluvia. Hay que recordar que los montículos antes estaban cubiertos, ahora están expuestos y el agua los afecta.
¿Por qué no se han excavado más zonas?
No se han excavado por el problema de exponer más zonas. Si habla con arqueólogos, le dan datos muy variados, dicen son más de 22 hectáreas. El casco arquitectónico no pasa de siete hectáreas.
¿Cómo podría ayudar la comunidad?
La idea es preparar a las personas de la comunidad para que pueden realizar trabajos de restauración, obviamente, guiados por arqueólogos o personas expertas en el tema.
¿Se puede salvar Guayabo?
Estamos trabajando precisamente en eso.
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