Washington/DPA.- Hasta el 20 de enero del 2009, cuando jure su cargo sobre la Biblia en las escaleras del Capitolio, Barack Obama no será oficialmente el primer presidente negro de Estados Unidos, pero él ya es parte de la historia.
Para sus detractores, el futuro presidente es un ambicioso político producto del más moderno “marketing” y para sus seguidores es un rayo de esperanza que se apresta a cambiar el mundo.
Pero lo que es indiscutible ya es que Obama supone una enorme bocanada de aire fresco para la política.
“Cambio” y “esperanza” son sus palabras favoritas, “Sí podemos” es su lema y un verbo florido su arma más poderosa.
Con esas fortalezas, el senador por Illinois de 47 años, será el segundo mandatario más joven, detrás de John F. Kennedy quien juró al cargo en 1961 con 43 años.
Su ascenso fue tan meteórico como seguro: licenciado en Columbia y Harvard, declinó suculentas ofertas de despachos de abogados de todo el país para dedicarse al trabajo comunitario en Chicago, su ciudad de adopción.
En 1996 fue elegido para el Parlamento de Illinois. En el 2004, su verbo fácil y convincente impactó en la convención demócrata; ya en el 2005 era senador y un año después empezó a preparar su carrera hacia la presidencia de EE. UU.
El propio Obama se define como un producto del “sueño americano”. Y su pasado más allá de la política así lo indica.
Raíces blancas y negras
Su padre, Barack Omaba Sr. (economista), un emigrante keniano, y su madre nacida en Kansas, Ann Dunham (antropóloga), se conocieron en la Universidad de Hawai. Allí se casaron y Barack nació en 1961, pero sus padres se separaron a los dos años.
Su padre regresó a Kenia y Obama solo lo vio una vez antes de su muerte en un accidente de tránsito. Ann se volvió a casar y se fue a Indonesia en 1967, donde Obama vivió cuatro años.
Después llegaron pasos por Hawai y Los Ángeles, la licenciatura en Ciencias Políticas en Columbia (Nueva York), el trabajo comunitario, Derecho en Harvard y el establecimiento definitivo en Chicago.
Allí conoció en 1989 a Michelle Robinson, con quien se casó en 1992. Fruto de la relación nació en 1998 Malia Ann, a la que se sumó en el 2001 Sasha.
En una vida casi de cuento de hadas, The New York Times lo calificó como el mejor orador demócrata en los últimos 50 años.
Terry McAuliffe, después asesor de campaña de Hillary Clinton, afirmó que “es lo mejor que este país puede ofrecer”.
Incluso su rival en las elecciones, John McCain, llegó a decir de él que “es una voz de fortaleza y moderación, una historia de éxito estadounidense”.
Sin embargo, sus críticos lo acusan de inexperto, especialmente en política internacional, de elitista y alejado de la realidad.
A lo largo de los casi dos años de campaña electoral, eso sí, sus más acérrimos rivales le reconocieron que tiene un increíble dominio de sí mismo y un magnetismo fuera de lo común.
Todas esas cualidades las deberá aplicar en un nuevo escenario. Obama ya no es candidato, será Presidente de EE. UU.
Le dicen la “Jackie negra”
Con Michelle Robinson Obama, una abogada vuelve a ser Primera Dama en la Casa Blanca, 16 años después de Hillary Clinton. Ya durante la campaña electoral, los estadounidenses conocieron la inteligencia de esta mujer de 44 años, que jugó un papel decisivo.
En la recta final, Michelle representó a su esposo en al menos tres actos electorales por semana y siendo elocuente se ganó el respeto de sus rivales políticos. A esta mujer de 1,80 mts de altura, algunos incluso la llaman la “Jackie Kennedy negra”.
Michelle nació el 17 de enero de 1964 en el seno de un hogar de South Side, un barrio negro pobre de Chicago. Su padre era cerrajero y su madre secretaria.
Con inteligencia, disciplina y una voluntad de hierro, logró ingresar a Princeton y Harvard y obtuvo su doctorado en Derecho. Tras recibirse, trabajó en un bufete donde conoció a su marido. Luego pasó al trabajo social y su último cargo fue de vicepresidenta en una clínica.
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