Juan Diego Villarreal
jvillarreal@aldia.co.cr

¿Cómo le gusta un buen gallo pinto?

Me gusta con omelet, queso y natilla.

¿Y usted cocina?

En realidad no cocino nada. Aún no me ha tocado la oportunidad de hacerlo.

¿Padece de insomnio antes de los partidos?

No, en realidad duermo muy bien y después de los partidos a veces me siento un poco acalorado.

Es como Santo Tomás: ¿Ver para creer?

Bueno, eso es criterio de cada persona Yo no soy así.

¿De dónde es Marco?

De Palmichal de Acosta.

¿Qué me puede contar de Palmichal?

Allá tengo a mis amigos del alma, no olvido mi pueblo. Cada vez que puedo voy a visitar a mi familia. Siempre es bueno tener en cuenta la tierra de donde uno viene.

¿Qué le gustaba hacer con sus amigos?

Con ellos iba a mejenguear y por supuesto a los ríos.

¿Alguna vez se llevó algún susto en una poza?

Tengo una cicatriz después de que en una poza me llevé un fuerte golpe en una pierna. Son anécdotas que le quedan a uno.

¿Novelas, películas o programas deportivos?

Los programas deportivos.

¿Qué clase de música le gusta más?

Romántica y la salsa. Me agradan bastante.

¿Y qué tal para el canto?

Ah no, de eso nada. Me defiendo más en el baile con la salsa y el merengue.

¿Es de los que llega a sacar a bailar o espera que lo saquen?

No, la verdad soy tranquilo cuando salgo con mis amigas. No soy de sacar a bailar a nadie en una pista.

¿Tiene admiradoras?

Por ahora mejor me concentro en mi carrera, no hay admiradoras.

¿El ser futbolista atrae más a las mujeres?

Por ahí los jugadores tienen más preferencias, pero estoy muy joven para hablar de eso. Hay que saber manejar las cosas porque pueden ser perjudiciales para uno.

¿El carro de sus sueños?

Me gustaría un Nissan Murano. Creo que con esfuerzo y trabajo de mi parte voy a lograr todo lo que quiero.

¿A quién le pediría un autógrafo?

A Paulo Wanchope, porque es de admirar todo lo que hizo. En Costa Rica no hay jugadores como él.

¿Jugaba mejengas con sus hermanos en el patio de la casa?

En casa somos tres hermanas y yo. Soy el menor, el más chineado.