Madrid/Barcelona /DPA. - “Triturar”, “demoler” o “despedazar” son sólo algunos de los verbos que conjuga hoy la prensa para describir a un Barcelona que hace y deshace en la Liga española.
Quizás se trate de una nueva versión del famoso “Dream Team” dirigido por el holandés Johann Cruyff o una reedición mejorada del inmenso equipo formado por Frank Rijkaard.
Lo claro es que los números de este Barcelona impactan. En los últimos tres partidos de la competición local, el conjunto “culé” promedia cinco goles por encuentro: 5-0 al Almería, 4-1 al Málaga y, por último, 6-0 al Valladolid.
Además suma 34 tantos en las primeras diez jornadas. Algo que no sucedía desde la temporada 1959-60, cuando el Real Madrid obtuvo igual cantidad de goles.
Aunque lo más sorprendente del Barcelona actual es cómo desarrolla su juego. Desde una defensa mucho más sólida de lo habitual (en los últimos ocho encuentros oficiales apenas recibió tres goles), pasando por un mediocampo que cambia sus nombres pero no su estilo, hasta una delantera implacable.
Incluso es destacable el espíritu de grupo que instaló el entrenador Josep Guardiola en la plantilla. Con la salida de Ronaldinho, las individualides comenzaron a desaparecer tanto dentro como fuera de la cancha.
Una de las mejores pruebas es la actitud de Lionel Messi en los últimos partidos, quien se dedicó más a ejercer como asistidor que disputar su propio duelo en defensa de los colores de “Deportivo Messi”, como alguna vez había insinuado Diego Maradona.
Es más, en el último duelo pasó desapercibida la ausencia de Iniesta. No hubo nadie que haya ejercido sus funciones, sino que todo el grupo se encargó de suplir sus cualidades futbolísticas.
“No somos un equipo perfecto”, atajó Guardiola.
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