Martes 28 de octubre de 2008, San José, Costa Rica
Sucesos | Absuelto ayer
Acusado lució más creíble que la víctima

Rodolfo Martín
rmartin@aldia.co.cr

Al parecer, fue el acusado quien llegó al debate a decir la verdad, no así el ofendido que resultó incoherente y poco claro, como lo estableció el Tribunal de Juicio.

Esa es la historia de un hombre de apellido Ramírez, un empleado de un hotel que confesó que se prostituye los fines de semana en el Parque Nacional y la de un sujeto de apellido Obaldía, asesor en materia financiera.

Ramírez enfrentaba una causa por tentativa de robo agravado en contra de Obaldía.

La acusación consignaba que, el pasado domingo 19 de octubre, a las 3 p.m., Obaldía hacía un alto frente a la bomba La Primavera, en barrio La California, cuando Ramírez, al parecer, se introdujo a su carro por la puerta del acompañante y le puso un arma en el cuello. Acto seguido, le exigió entregar toda la plata que tuviera.

Obaldía respondió que no portaba efectivo, aunque sí una tarjeta de crédito con la cual podía sacar dinero de un cajero electrónico por lo cual escogió uno ubicado a 100 metros.

El conductor salió del carro, entró al local y le pidió auxilio a un guarda quien llamó a la Policía, la cual detuvo a Ramírez.

Este, por su parte, alegó que Obaldía lo había contactado en el Parque Nacional, que le había solicitado un servicio sexual y que al momento de ser detenido estaba a la espera de que sacara dinero del cajero para pagarle los ¢4.000, que le había cobrado por el supuesto “trabajo”.

A criterio del Tribunal ninguna de las versiones fue acreditada. La de Ramírez porque fue su decir, aunque pudo llevar testigos que lo respaldaran.

Obaldía entró en tantas imprecisiones y contradicciones, que obligó al Ministerio Público a pedir su absolutoria, como lo planteó la fiscal Mónica Salas, en acatamiento al principio de objetividad y legalidad.

Y el Tribunal así lo acogió, según el juez David Hernández, quien dijo que lo único claro es que entre ambos hubo un encuentro ya fuera “para un asalto o por una cuestión sexual”.

A criterio de los jueces, el ofendido fue impreciso, incoherente y también divagó.

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