Ana Coralia Fernández, periodista
paradigma@racsa.co.cr
Acto cívico. El tránsito se detiene un poco y en medio de la lluvia esperada del 14, entre estudiantes y vecinos, se iza la bandera.
Solita y despacio sube por el asta y yo imagino que si el manto tricolor fuera la patria, igual quisiéramos verla escalar poco a poco por el camino de la paz, la libertad y la abundancia. Pero ella se levanta en una América efervescente y contrastada, en el medio de un campo de batalla donde dos gigantes hace rato tienen ganas de pelea.
Cantamos el saludo. En la letra invocamos a Mora y a Cañas, protegidos en su tumba por la patria. Y en el fondo --lo confieso-- me gustaría sentir que ella me protege a mí también, y a los niños, y a los hombres, y a las mujeres, y a los viejos, y a los que vienen de afuera y nos adoptan como casa. Pero parece que somos nosotros quienes debemos protegerla de tantas amenazas.
Cantamos el Himno Nacional, y me pregunto si seguimos siendo labriegos sencillos. A lo mejor sí y por eso todavía quedan en nosotros resabios de un corazón manso del que a veces se aprovechan.
Galopando empieza el Himno al 15 de setiembre, que enciende pasiones y dibuja dignidades. Se nos ponen las mejillas coloradas por el peso de sus frases y tonadas, pero, al terminar se nos apaga el brillo de esa flama en las pupilas.
Me descubro cantando la patriótica con dolor y ternura, como un canto de amor.
Entre sabanas y los goces de Europa, su tierra, mi tierra, nuestra tierra es mil veces más linda y mejor.
© 2008. Periódico Al Día. El contenido de aldia.cr no puede ser reproducido, transmitido ni distribuido total o parcialmente sin la autorización previa y por escrito del Periódico Al Día. Si usted necesita mayor información o brindar recomendaciones, escriba a webmaster@aldia.co.cr.