Dicen que la experiencia no se puede comprar y que generalmente se adquiere con los años. Este es el caso de Jorge Cubero quien ha compartido casi toda su vida con el mundo de las motocicletas, una ilusión que no se apaga a sus 62 años de edad y 47 de experiencia.
Lo encontramos en el taller de Suzuki, acompañado por los viejos recortes de periódico que describen todo su pasado y que atesora con orgullo.
La historia de este mecánico y amante de las carreras comenzó en 1963, a la temprana edad de 17 años cuando pudo correr una moto Suzuki especial (semi-racer).
“En ese entonces yo trabajaba en el taller del almacén La Granja (que era distribuidor de la marca japonesa) y cuando trajeron estas motos especiales para competencia no podían ponerlas a caminar y yo logré hacerlas funcionar y por eso me dieron una para correr”, afirma Cubero.
Sin embargo, sus inicios no fueron fáciles ya que sus jefes no querían que corriera por temor a que le pasara algo. Cubero recuerda que la carrera fue en Liberia, Guanacaste. También, que en la pista un integrante del Moto Club lo impulsó a ponerse el casco y a participar, para terminar ganando la competencia.
Su dedicación a la mecánica le llevó a ser jefe del taller Suzuki y de Honda cuando estas dos marcas se unieron durante 10 años.
Después de un prolongado retiro de las pistas, volvió a la competencia en 1979 cuando fue convocado a una selección costarricense para correr un latinoamericano de velocidad en la Guácima. Ahí logró la mejor posición de un centroamericano con un cuarto lugar.
Pionero del costum
En 1970 su pasión se enfocó a motos de alta cilindrada y fue así como en 1975, empezó a modificar motocicletas, siendo pionero en esta modalidad que hoy tiene grandes adeptos.
“Me acuerdo que le modifiqué una moto a Daniel Yankelewitz, quien tenía un gran reconocimiento como corredor y amante del motociclismo, al punto de estar hoy en el Salón de la Fama del Deporte Costarricense, de 750cc a 1100cc”, reafirma mientras mira un recorte del periódico La Nación de la época, donde se anunciaba la modificación como un éxito. Entre sus adorados recuerdos, conserva unos libros donde se explica cómo alterar los motores.
“Había un locutor de radio que se llamaba Jorge Pastor Durán y él decía en su programa ‘el que lee es el que sabe’ y yo aprendí eso de él y estas modificaciones las pude hacer porque aprendí leyendo”.
Entre sus manos pasaron exitosos nombres del motocross nacional como Javier Laitano, Adrián y Peter Robert, Erick Xirinach, Einar Starke, Rodolfo Chávez y Edgar Ávila, que en su momento eran solo niños y donde Cubero fue su entrenador y mecánico.
“Para mi todo esto ha sido algo increíble, yo duermo y sueño con motos, vivo comprando y leyendo revistas especializadas, me gusta instruirme para no quedarme atrás, en fín, nunca me imaginé que esto me fuera a dar tanto”.
Su amplia experiencia es muy valorada en el taller de Suzuki donde el mismo ayuda a sus jóvenes colegas no solo con su basto conocimiento sino a seguir adelante y alentarlos a ser mejores profesionales.
47 años después, Jorge Cubero sigue tan apasionado como la primera vez y les deja una tarea a los jóvenes: “sigan adelante, que esto es algo muy lindo, y si se esfuerzan, leen y estudian mucho serán buenos mecánicos”.
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