Esteban CUVARDIC
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Puerto Príncipe. Carlos Weeden es un tico de 31 años que vive en República Dominicana, pero viaje con asiduidad a Haití, por motivos de trabajo.
Carlos, quien labora en operaciones técnicas de la empresa Coca - Cola, conoce bien Haití.
“Es el más pobre del hemisferio occidental. Pero hace 300 años era el más rico, con su gran producción azucarera”.
Hoy la historia es otra, con serios conflictos políticos, sociales y de salud (el sida marca la cancha). Carlos, quien visita Haití una vez al mes, dice que “el haitiano es muy trabajador, con talento para la música, escultura, artes y pintura”. En estos oficios son muy apetecidos.
Según Carlos, “muchos nativos hablan dos, tres, o incluso cuatro idiomas”. Es decir, el criollo, francés, inglés y español.
“Me gusta trabajar con ellos. Pero para el turista es un país caro. Un taxi puede cobrar $60, de los cuales $40 son por ‘seguridad’, pues son comunes los secuestros de personas de alto poder, ejecutivos de compañías y foráneos”.
De hecho, a Carlos siempre lo recoge una persona en el aeropuerto, y luego ponen a su disposición un chofer y guardaespaldas. “Eso sí, la mayoría de gente no es mala, sino honesta”.
En Haití los ticos son pocos, pero en República Dominicana, su vecino, calcula unos 500.
Muchos haitianos trabajan en Dominicana como mano de obra barata. La relación entre estos dos países es como la de EE. UU.- México o Costa Rica - Nicaragua.
La infraestructura es tan mala, que los daños se multiplican con los embates de los huracanes.
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