Jorge Arroyo, escritor
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Costa Rica se ufana de ser unparaíso ecológico, pero es un basurero.
No es nuevo el problema de la manipulación de residuos. Hay muchos antecedentes por buscarle solución, pero no es cosa de crear rellenos sanitarios, sino que hay que cambiar de actitud y producir menos desechos sólidos.
Un nuevo plan da esperanza. Tiene un extenso título: “Incidencia de los gobiernos locales en la aplicación de un marco regulatorio sobre el manejo de desechos sólidos domiciliarios”. Veintiuna municipalidades pretenden hacer algo con el basural de sus cantones. El activo grupo ambientalista Fundación Ambio promueve la iniciativa.
Pero nada se logrará si la ciudadanía no pone de su parte.
Las políticas ambientales gubernamentales a veces son débiles, y mal estamos si se suma la inconsciencia ciudadana.
Aunque se propongan modelos de desarrollo sostenible, no basta si no cambiamos el actuar individual. Si enfermamos el entorno y la naturaleza, todos perdemos calidad de vida.
Son loables los esfuerzos como el plan antedicho, pero si la población no colabora integralmente, los resultados serán escasos.
Hay que comprometerse, idear cómo separar los desechos reutilizables y cómo llevarlos a un centro de acopio. Hay que coordinar acciones comunitarias. Las variadas iglesias, que tanto influyen, deberían apoyar más activamente esta salvación del mundo.
Hurra por las iniciativas gubernamentales o municipales, pero la responsabilidad ambiental sí que es cosa de todos.
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