Ramón L. Méndez
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No comparto el justificante de que los silbateros son humanos y por eso se equivocan. No se puede usar ese argumento para justificar la forma espantosa como erraron los árbitros en la última jornada. Se les paga para hacer el trabajo y para nuestro medio muy bien.
Lo que puede ganar un asalariado mensualmente en algunos puestos de nuestro país, ellos lo ganan en un partido. De acuerdo a los millones que ganan algunos jugadores, eso es ridículo, pero ese es otro punto.
Es impresionante recordar cómo los árbitros centrales fueron literalmente embarcados por sus asistentes, quienes por desconocimiento, desconcentración, nervios (porque todos los goles anulados se dieron a favor del equipo casa), incapacidad, falta de preparación profesional y muchos otros factores más, dieron por nulos sendos goles.
Cuando menos uno hubiese pasado a la historia como uno de los mejores en muchos torneos, como fue el de Alonso Solís, en el juego San Carlos – Saprissa.
Otra acción impensable fue el invalidado al Brujas contra Cartaginés, donde el central fue Jeffry Solís. Pero para no quedarse atrás, a Alajuelense le sucedió lo mismo contra la Universidad, siendo el silbante Alexandro Jiménez.
Pero lo peor se dio con Allen Quirós, quien permitió efectuar el juego entre Carmelita y Herediano en un pésimo terreno de juego, eso no tiene nombre.
Ojalá y en la jornada que inicia hoy, se corrija y pueda hablar no de errores, sino de aciertos, que son pocos.
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