Hugo Solano
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Emanuel Abarca Ferreto, de nueve años, pensó que una bombeta lo había impactado cerca de la ingle derecha, pero cuando sus familiares lo revisaron tenía una bala incrustada.
Antenoche, a las 8:10 p.m., el niño estaba con cinco primos en la entrada de su casa en Vista de Oro de San Antonio, Escazú, cuando de repente se oyeron tres disparos y, segundos después, otros tres.
En esta segunda ocasión una bala perdida lo alcanzó, por lo cual salió corriendo a avisar a sus familiares quienes, de inmediato, alertaron a la Cruz Roja que lo trasladó al Hospital de Niños donde, antenoche, lo operaron y ayer por la tarde le dieron de alta.
El niño es estudiante de cuarto grado de la escuela Benjamín Herrera Angulo, en San Miguel de Escazú y, por ahora, deberá reposar unos días y dejar de practicar natación, su deporte favorito, mientras se recupera.
“De milagro mi sobrino puede contar la historia porque la bala estuvo muy cerca de arterias vitales”, dijo Ana Abarca, tía del afectado por la bala perdida.
Un testigo dijo que todo empezó cuando dos tipos en moto robaron los celulares a una pareja que pasaba cerca de la vivienda.
El afectado, de apellido Guerrero, se defendió con un arma calibre 22, pero el asaltante comenzó a disparar mientras huía hacia la moto blanca, tipo pandillera, en que lo esperaba su cómplice. Una de esas balas, al parecer, alcanzó al menor.
El OIJ recogió evidencias e indagó a la pareja afectada y a los testigos para tratar de dar con los asaltantes que huyeron en moto.
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