Viernes 14 de agosto de 2009, San José, Costa Rica
Sucesos | Capitán relata vuelco, emergencia y muerte de compañeros
Oleaje “endemoniado” volcó la lancha policial en Palo Seco
Persecución de nave sospechosa enfrentó a oficiales con un drama
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    “Le pedíamos a Diego que respirara así, pero vino otra ola y se lo llevó”. Fotos Hugo Solano.
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    “Al final, nos tiramos con los brazos como a merced de una ola”.
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    “Volvimos a ver a Diego, y él nos hacía así, como diciendo adiós”.
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    “El error de Víctor Hugo fue amarrarse así, sin enrollarse la mano”.
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    A las 11:28 a.m., llegaron los cuerpos a la capilla de Seguridad Pública.

Hugo Solano
hsolano@aldia.co.cr

“Mire, esas olas eran más fuertes que ‘El Malacrianza’ y ‘El Chirriche’ juntos.

“David (Chavarría Castillo, el otro sobreviviente) me decía: ‘Capitán, perdimos dos compañeros’. Yo le alentaba diciendo: ‘Llegarán a la playa’”.

Muy dolido por la pérdida de dos de sus hombres, uno con gran experiencia y otro con grandes anhelos, el capitán y sobreviviente del naufragio en Palo Seco, Parrita, Alexander Moraga Cabrales, reconstruyó el drama vivido la noche del martes.

Lo hizo en la capilla del Ministerio de Seguridad, costado este del Centro Comercial del Sur, mientras esperaba los cuerpos de Diego Cruz Brenes y Víctor Hugo Díaz Briceño.

Lancha sospechosa

En un patrullaje por las costas de Palo Seco, divisaron una lancha sospechosa y comenzaron a seguirla. Era el principio del fin.

La lancha que seguían se metió al estero de Palo Seco a gran velocidad y el capitán Moraga dijo: “Vamos tras ella”. La alcanzaron y era la lancha “Chilemandeque” que, según su capitán, iba para una reparación.

Aprovecharon las pocas claras que quedaban esa tarde del martes 11 de agosto, se pusieron las capas, chalecos y aseguraron las armas. Salieron en medio del fuerte oleaje y poco después una ola les llenó de agua el piso de la lancha.

David gritó: “Capitán, viene una cresta endemoniada al lado izquierdo suyo”.

Y esa ola los volcó. “A como pude, agarré aire, salí y vi a mis compañeros separados. Otra ola empujó la lancha hacia donde estaban ellos, y todos nos agarramos y nos amarramos a un mecate a la par de la proa”, explicó Moraga.

Se quitaron las botas, pero Diego Cruz, que estaba entre el capitán y David, comenzó a hundirse, tal vez aturdido por algún golpe.

David lo jaló de los pantalones y Moraga de la oreja, le abrieron la boca y le dijeron que respirara, pero decía que no con la cabeza. En eso vino un oleaje más fuerte y se lo llevó. David agarró la punta más larga del mecate y se tiró a salvarlo, pero no le pudo llegar.

“Volvimos a ver a Diego, y solo levantaba la mano como diciendo ‘adiós muchachos’”.

Los hechos transcurrieron entre las 5:30 p.m. y las 9 p.m.

Víctor intentó quitarse las botas, se agarró de un mecate, pero no enrolló su mano y, ante la fuerza de las olas, se soltó.

“Cuando toqué tierra, las piernas me temblaban. Le dije a David: ‘Negro, siga usted, yo ya no puedo’. Él se volvió y me dijo: ‘Me va a disculpar, no sea pendejo, usted es un lobo de mar y así como me ayudó dentro, ahora vamos a salir los dos, en la playa hay dos compañeros que nos esperan’”.

“Con mi arma de reglamento, disparé cinco veces y gritaba por auxilio”, dijo Moraga.

“Cuando David me dijo que no aguantaba, lo animé para que no se soltara porque a lo lejos se veía la costa. En eso, él se consumió y al salir me dijo: ‘Capitán, capitán, Se lo juro, toqué tierra’. Casi a los 20 minutos sentí que la lancha pegó en algo. Nos quitamos las capas y acordamos tirarnos con la primera marejada hasta la orilla”.

Despedida con honores

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“Es una pérdida enorme”, dijeron compañeros.

Una medalla de bronce y un pergamino como condecoración por entregar su vida en cumplimiento del deber fueron entregados ayer a familiares de los guardacostas Diego Cruz, de 22 años, y Víctor Díaz, de 39.

Los tenientes José Fallas y Edson Rodríguez revistieron los féretros con la bandera nacional y, acto seguido, la rondalla de la Fuerza Pública comenzó a entonar los cantos de despedida.

Las máximas autoridades del Ministerio participaron en la ceremonia presidida por el capellán de la Fuerza Pública, Gilbert Ceciliano. Diego fue sepultado en Cartago a las 3 p.m. y Víctor Hugo, en el cementerio de Chacarita.

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Audio: parte del dramático relato del capitán Moraga.

 
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