Isaac Lobo
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Jorge Jiménez Deredia es un tico que destaca de entre los demás por sus obras, visión y su pensamiento. Sus esculturas y él mismo han estado en lugares en los que la mayoría de los costarricenses sólo lo pueden soñar. ¿Existirá algo que lo haga igual que los demás? Pues sí y en VIP lo cuenta sin ningún problema.
Por ejemplo, este artista que siempre viste de negro, todos los días a las 5 a.m. camina con su esposa, de su casa en San Pablo de Heredia a San Rafael, y compra el pan en la panadería que queda al costado norte del parque.
Para él no sólo es un ejercicio, también es una manera de oxigenarse, en un lugar de paz, gente trabajadora y sociable y donde amanece hasta distinto. No lo cambia por Roma ni por París.
Jiménez estuvo hace un par de semanas promocionando sus dos libros “Deredia y el Simbolismo Transmutativo” y “Deredia a Roma”, los cuales describen cuáles fueron los símbolos que lo inspiraron.
En palabras sencillas, ¿de que tratan estos libros?
Son dos instrumentos para entender cuál es la filosofía y el pensamiento que hay detrás de mi trabajo. No sólo hago una labor de artista, hay un pensamiento que tiene que ver con los jóvenes, estamos en un proceso de globalización que tiende a igualar los pueblos y esto hace que la cultura se enferme. Pues se adquieren símbolos que no pertenecen a la historia propia. Estos libros hablan sobre eso.
¿Cuántos años tenía cuando ve las esferas precolombinas de Palmar Norte?
Estaba muy pequeño, tenía 9 años. Ese día entendí que había algo que yo tenía que investigar, me costó mucho tiempo descodificar.
¿Qué concluyó?
Que tiene un mensaje que representa una visión social. Los ticos somos fruto de una serie de culturas que se han ido sobreponiendo.
¿Qué le diría a un joven que quiere ser un Jiménez de Heredia?
Primero que no sea un Jiménez Deredia, lo que le digo es que trate de ser sí mismo, que busque las respuestas en su corazón. Ese es el secreto para ser alguien, creer en ellos mismos es fundamental.
¿Qué hace Jorge, que lo hace igual a los demás ticos?
Es ese sentimiento colectivo de ser costarricense, es la identidad. Aquí hace falta una clase intelectual que cree puentes entre lo que sentimos y lo que somos, entre el corazón y la cabeza.
¿Pero qué hace que es muy del pueblo?
Me encantan los pejibayes, ir a la feria del agricultor y comer tamales. Cuando vengo aquí la peor ofensa que me puedan hacer es llevarme a un restaurante italiano o francés, yo quiero venir aquí y comer enyucados del mercado de Heredia.
Cero dieta...
Yo crecí cerca del mercado de Heredia. Me encantan los enyucados y rabioles con salsa y mayonesa. ¡Yo sé que es terrible! pero me encanta. Eso es lo que me gusta.
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