Domingo 4 de enero de 2009, San José, Costa Rica
Nacionales | Epifanía del Señor
Hemos visto su estrella y venimos a adorarlo
  • AlDia.cr
    Los Reyes Magos siguieron la estrella y encontraron al Rey. Le dieron como regalos oro, incienso y mirra. Internet.

Alvaro Sáenz Zúñiga, Presbítero
redaccion@aldia.co.cr

La fiesta de hoy, la adoración de los Magos o Epifanía, es la más importante de las fiestas de los cristianos orientales. Para ellos es tan trascendental como nuestra Navidad.

Y tienen razón, porque hoy el mundo se entera de que Jesús, el Niño nacido de la Virgen, es el redentor de todos. Epifanía significa “manifestación”, es decir, la revelación de Cristo como redentor universal.

Los signos de la fiesta son claros. El primero, la época del nacimiento de Cristo: son los días de Herodes el Grande, rey de los hebreos sin ser hebreo, celoso de su poder y dispuesto a aplastar cualquier competencia.

Hasta Herodes llega el signo principal: los magos. Para el lenguaje bíblico “magos” supone “sabios”. Son, además, extranjeros, vienen “de Oriente”. No se indica número, y las tradiciones hablan de tres, de siete, de 20 y más. La Iglesia supone tres y hasta les puso nombre: Melchor, Gaspar y Baltazar.

Interesa mucho la estrella. En Oriente, todo astro que aparece indica un acontecimiento, sobre todo el nacimiento de un rey. Aquellos magos, conocedores del firmamento, ven aparecer el astro e intuyen el hecho especial. Dejan su mundo, sus comodidades y salen a buscar al que ha nacido. Como buscan un rey, van al palacio de Jerusalén, pero pronto reconocen su error: en la corte nada saben de un rey que haya nacido.

Los magos empiezan a aprender. Perciben que, aunque el que ha nacido sea rey, su reinado no es de este mundo. No les queda tan claro, ni a ellos, ni a las autoridades locales, porque eso solo lo revelará Jesús en el momento oportuno. Los magos se enteran, además, de que el anuncio profético sobre el Rey-Mesías no indica Jerusalén como cuna.

Miqueas asegura que nacerá en Belén de Judá. Ellos, pues, siguen camino y son de nuevo guiados por la estrella que antes les orientará y que se ocultó cuando fueron a Herodes.

Pero también hay otro elemento interesante y son los tres regalos con que los magos rinden homenaje a Jesús niño en Belén.

Son oro, incienso y mirra y los Padres de la Iglesia han sabido interpretarlos, viendo en ellos una síntesis de la realidad de Cristo. Recibe oro, nos dicen los Padres, porque es Rey. Recibe incienso porque es Dios, los mismos magos se postrarán en su presencia. Y por fin le dan mirra.

Los Padres nos recuerdan que la mirra la usan los orientales para embalsamar cadáveres. Con ella, pues, confirman que este rey, que a la vez es Dios, es también humano y mortal.

La Epifanía de Cristo reafirme nuestra fe y consuele nuestro corazón al echar luz sobre la Buena Noticia: el que ha nacido es nuestro Dios y Señor, y se ha hecho hombre para anunciarnos el amor del Padre, pero también para morir por nosotros.

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