Ramón L. Méndez
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Si bien es cierto año con año hay solo un cambio de calendario, esto no evita que podamos reflexionar sobre lo que hemos hecho en estos doce meses. Lo importante es tener la convicción de mejorar en Año Nuevo.

Lo mal que pudimos haber hecho, para no caer más en el error, tratar de perdonar a las personas que nos han querido hacer daño (algo que es verdaderamente difícil, aunque sí se puede).

Todo se puede si nos proponemos lograrlo; es cuestión de decisión: se puede ser mejor analista, mejor árbitro, mejor dirigente deportivo, mejor comentarista, mejor, mejor y mejor, si somos conscientes de lo que tenemos que cambiar. Pero si la mediocridad nos gana nos quedaremos estancados en lo mismo.

El problema es que algunos consideran que son lo mejor de lo mejor y viven engañados en ese error. En mi caso soy consciente que debo mejorar en muchas acciones de mi vida y en eso estoy; que me cuesta me cuesta pero “Todo lo puedo en Cristo que me Fortalece”.

En lo que respecta al arbitraje, este campeonato que se avecina es de orgullo para el referato, dedicado nada más y nada menos que a un ícono en la materia, don Juan Soto París.

Decía don Juan que el reconocimiento no es para él sino para el arbitraje en general. Ojalá los referís no lo defrauden y que en este torneo el sello del arbitraje sea el que predomine en el terreno de juego haciendo honor a ese profesor e instructor FIFA, don Juan Soto París.

Es un gran reconocimiento a quien mucho se lo merece, aunque probablemente siempre habrá por allí enchilados que no compartan dicho homenaje, pero como dice el refrán “honor al que honor merece”.