Martes 6 de enero de 2009, San José, Costa Rica
Nacionales | Miles vibraron ante espectacular monta la noche del domingo
En Zapote cayó una leyenda
Joven liberiano ganó el reto al más bravío de todos: “El Malacrianza” de playa Garza
  • AlDia.cr
    11:40 p.m., “El Malacrianza” acababa de salir y Douglas iba firme hacia el triunfo. Rafael Pacheco.

Ronny Rojas
ronnyrojas@aldia.co.cr

Fue una noche ventosa y despejada, las graderías en Zapote estaban repletas, la muchedumbre quería presenciar la última función de la temporada, una jornada que culminaría con la monta de ese corpulento y bravío toro llamado “El Malacrianza”. Para muchos, una leyenda.

La manga destilaba acento guanacasteco. Trabajadores de las mejores haciendas ganaderas de la pampa se encargaron de alistar a los toros e imprimieron autenticidad al magno evento.

En una esquina, con pasmosa serenidad, esperaba Douglas Peña, joven liberiano a quien le encomendaron dominar –al estilo rústico– al hercúleo animal.

Sonreía y respondía tranquilo a los constantes saludos.

En las gradas, había de todo: niños, abuelos, enamorados, familias enteras, mujeres provocativas y machos vaqueros que, por su vestimenta, parecían salidos de un capítulo de “Bonanza”.

Muchos hicieron fila desde las 8 a.m. para comprar sus boletos, los cuales se agotaron muy rápido. Fuera, cientos de guanacastecos que viajaron a San José se quedaron con las ganas de presenciar el ansiado duelo.

A las 10:10 p.m., la policía sacó a varios revoltosos, quienes armaron un pleito en la tribuna.

El ambiente era un hervidero, y la noche transcurría entre los gritos del público, el arranque de los toros, las carreras de los improvisados y las debidas apuestas sobre el destino de Douglas.

Eran las 11:15 p.m., cuando Jean Carlo Peña, joven montador de Chircó de Santa Cruz, gritó ¡puerta!, y salió aferrado al pretal sobre el brioso lomo de “El Chirriche”, el otro gran toro de la noche y orgullo de la Ciudad Folclórica.

En el parque Bernabela Ramos de Santa Cruz, sus coterráneos esperaban la monta ante dos enormes pantallas de televisión.

Jean Carlo no aguantó los ocho segundos requeridos y cayó, tras estrellar su cabeza contra el lomo del enorme animal. “El Chirriche” le ganó el duelo, y sigue invicto.

Veinte minutos más tarde, tras una discusión en la manga por las espuelas que utilizaría, Douglas se acomodó en el lomo de “El Malacrianza”. Cientos de cámaras y celulares retrataron el instante.

Quizá nunca antes se escuchó en Zapote una explosión de júbilo como la del domingo por la noche, cuando “El Malacrianza” saltó a la arena. La gente se puso de pie y gritaba sin parar, mientras Douglas aguantaba como los grandes sobre el potente e ilustre animal.

Una vuelta, un salto, otro más; el toro tiraba, se retorcía, subía y volvía a caer. Douglas nunca aflojó y la gente enloqueció.

Pasaron los ocho segundos reglamentarios, el toro seguía brincando y poco a poco se sosegó.

Entonces, el liberiano alzó el brazo derecho, en señal de triunfo. El público rugió y el júbilo se apoderó de muchos en la manga.

Douglas bajó del toro y pronto volvió a subir, esta vez en los brazos de amigos e improvisados, que lo pasearon ante la ovación de la tribuna. “Les dimos el espectáculo, la gente pagó para ver esto”, dijo el montador de 22 años.

Por qué perdió “El Malacrianza”

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Douglas Peña trabaja como electricista. Rafael Pacheco.

Orlando Rodríguez, organizador de la monta, reconoció que el famoso toro no rindió en Zapote como antes.

El “alistador” Wilberth “Yako” Leal explicó que el viaje de 295 kilómetros desde playa Garza hasta San José fue agotador. El toro tenía casi 32 horas de estar entre corrales, sin poder echarse.

Otro factor pudo haber sido el cambio de temperatura, pues en playa Garza acostumbra estar a 35 grados. Algunos criticaron que el corral donde se encontraba en Zapote no era el adecuado; otros arguyeron que la arena del redondel no es para este tipo de toros.

Sin duda uno de los factores que incidió en el desempeño del toro fue la cantidad de capotes que le pusieron enfrente durante la monta. Lo ahogaron y no lo dejaron levantar como acostumbra.

Al salir, la puerta no se abrió de inmediato y le restó fuerza al impulso inicial.

Ya piensan en el desquite

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“El Chirriche” también dio espectáculo. Rafael Pacheco.

Nicoya.- Las espuelas que usó Douglas Peña para montar a “El Malacrianza” provocó la rabia de muchos y tiene a otros pensando en una revancha.

Media hora antes de la monta, Peña decidió ponerse las espuelas liberianas, normalmente usadas en la monta rústica. Tienen la “pata” recta y la roseta más grande que las típicas corredizas. Según los expertos, esas espigas permitieron a Douglas sostenerse en el lomo del toro.

Ayer, Peña amaneció como un héroe en Liberia. Todos en el pueblo hablan de su hazaña.

“Es una monta desigual, no fue como se había pactado”, dijo el dueño de “El Malacrianza”, Ubaldo Rodríguez, tras la jugada. “El contrato decía que ‘El Malacrianza’ se montaría con espuelas de la hacienda Nueva Esperanza o con las de la organización de monta rústica”, aseveró Orlando Rodríguez, organizador del evento.

“Esa es una discusión que siempre hemos tenido en Liberia y Santa Cruz. Si el toro me apea los dientes, ellos no me pagan ni la calza”, respondió el montador.

Desde las primeras horas de ayer, en Nicoya se cocina una revancha. Marco Antonio Jiménez, presidente de la Comisión de Fiestas, explicó que el toro estará en los festejos que se realizarán a partir del 29 de enero.

* Información de Julio Peña, corresponsal

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  • Videos: “El Malacrianza” y “El Chirriche” en Zapote.

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