Leonel Jiménez
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¿Qué habría sucedido si la Liga Deportiva Alajuelense hubiera ganado el campeonato de invierno?
Cosas impredecibles pero de suponer. Los jugadores manudos se sentirían las estrellas de Hollywood o sacando pecho como las grandes figuras del futbol, como algunos que apenas habían llegado a la final y ya se notaban rubios y con cambios de “look”.
El técnico Marcelo Herrera y sus colaboradores se verían como los descubridores del futbol en Costa Rica y ya estarían de regreso en Argentina para suceder a Diego Armando en la albiceleste o recibiendo ofertas de trabajo en cualquier lugar por su sapiencia celestial.
El gerente Jorge Araneda se sentiría más pesado que un cruce de chileno con argentino y los dirigentes encabezados por Jorge Hidalgo Vega, se verían como el “Non plus ultra” y el sumo del conocimiento futbolístico.
La historia de grandes dirigentes como José Llobet, Roberto Chacón, Rafael Solís, Mario Chacón la hubieran borrado de golpe y porrazo.
Los fanáticos andarían paseando a don Jorge Hidalgo como santo de pueblo por todas las comunidades alajuelenses.
Pero no fue así, ganó otro que había acumulado mayores méritos en lo técnico y administrativo, el Deportivo Saprissa.
Todo esto lo decimos un poco en broma y un poco en serio, especialmente lo que corresponde a jugadores, ya que ellos necesitan sentir el ácido que quema con la derrota, como hay que levantarse cuando se dobla rodilla, que el éxito no llega ni rápido ni fácil y que el sacrificio brinda personalidad.
Deben saber que aunque se la pasan jugando, hay tiempo para ganar, reír, llorar, aprender y celebrar.
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