Erick Carvajal
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Me atrevo a decir que Cinchona desapareció. La fuerza de la naturaleza prácticamente borró del mapa esta comunidad de Sarapiquí de Alajuela.

La imagen del lugar es aterradora. Parece una zona de guerra o un pueblo fantasma donde, además, sigue temblando.

Vehículos volcados, casas destruidas, postes de luz caídos y carreteras agrietadas son un panorama que desconsuela.

Aquí no queda nadie. Ayer, la Cruz Roja y la Comisión Nacional de Emergencias evacuaron a los pobladores y turistas.

En el rostro de la gente se veía el cansancio y la desesperación por salir ahí. No hay acceso por tierra y dependían de los helicópteros para huir de la pesadilla.

Los carros están abandonados en las calles. Las casas permanecen abiertas, deshabitadas... es un sitio fantasma.

Se sabe que bajo la tierra hay fallecidos, pero no los han podido sacar. Los sobrevivientes aún no pueden creer lo que pasó.

Escapó de la muerte

Bernal Murillo, de San Pedro de Poás, ordenaba su almuerzo en una soda cuando sobrevino el terremoto. Según su versión, en el local había al menos dos menores de edad y una familia completa, entre otros clientes.

“Salí disparado, la tierra me arrastró como 30 metros. Estoy agradecido porque Dios me dio la oportunidad de seguir viviendo”, aseguró este transportista.

Murillo relató que junto con otro hombre logró sacar a tres mujeres; dos adultas y una joven.

“Gritaban pidiendo auxilio; estaban atrapadas en la tierra”, afirmó.

Colaboraron: Alejandro Arley y Alexánder Otárola.