Lunes 1 de junio de 2009, San José, Costa Rica
Nacionales | Sale más barato un tratamiento que mantener el vicio
Atrévase a dejarlo
CCSS gasta ¢243 millones al año en incapacidades por tabaquismo
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    Restringir el fumado en sitios públicos y lugares de trabajo protege la salud de los no fumadores. Archivo.

Franklin Arroyo González
farroyo@aldia.co.cr

Dejar de fumar sale más barato que mantener el vicio.

Para que se dé una idea: un fumador gasta, al menos, ¢250 mil al año en la compra de cajetillas, según datos proporcionados por el Instituto de Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA).

En cinco años habrá gastado ¢1.250.000.

Los tratamientos más populares no llegan a los ¢250.000. Entre estos están las pastillas Champix, cuyo valor oscila entre los ¢160.000 y los ¢165.000 para doce semanas.

Cada paquete de los populares parches, para dos semanas, cuesta, aproximadamente, ¢35 mil. El tratamiento no pasa de tres meses, con lo cual, invertiría unos ¢210 mil y nunca más tendría que desembolsar plata por cigarros.

El Estado también se beneficia cuando alguno de los 500.000 fumadores activos que existen en el país toma la decisión de abandonar el cigarro.

De acuerdo con datos de la Caja Costarricense del Seguro Social, el país gasta por año ¢45.000 millones en atender a personas con males relacionados con el tabaquismo. Además, anualmente, se pagan ¢243 millones en incapacidades.

Daño permanente

“La nicotina produce una dependencia química. Modifica la química del cerebro y, con el tiempo, se produce una alteración neuroquímica. Las neurona quedan alteradas de por vida”, explicó Luis Eduardo Sandí, del IAFA.

La ministra de Salud, María Luisa Ávila, indicó que la calidad de vida de los fumadores es mala.

Corren el riesgo de padecer cáncer de pulmón, de lengua y de labio, así como enfisemas pulmonares y bronquitis, añadió la Ministra.

Comenzó a los 15 años

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Rigoberto fumó 30 años. Franklin Arroyo.

Rigoberto dejó de fumar a pura fuerza de voluntad.

Cerca de cumplir 50 años, un día le dijo a la esposa que no fumaría más, y cumplió: lleva cuatro sin probar un cigarrillo.

Dejó la cajetilla de cigarros encima de la refrigeradora para verla todos los días, pero mantuvo su fuerza de voluntad.

Hasta la fecha, no ha caído, aunque confiesa que ha sentido ganas, sobre todo, cuando conversa del tema.

Comenzó a los 15 años “para impresionar a las chiquillas. A los 18 era ya fumador”, cuenta.

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