Franklin Arroyo González
farroyo@aldia.co.cr
Jorge Vélez Soto cumplirá hoy uno de sus grandes sueños: pasar un Día del Padre con sus cinco hijos.
Desde hace cinco años, Vélez no tenía el privilegio de abrazar a su familia completa, pues durante ese tiempo el menor de sus vástagos, Allan José, estuvo internado en el Hospital de Niños afectado de un mal que le impedía al intestino delgado absorber los nutrientes necesarios para sobrevivir.
El hospital fue el hogar de Allan desde el 4 de mayo del 2004 hasta el 8 de mayo anterior, ahí incluso se graduó del kínder.
“El regalo más especial que puedo tener para el Día del Padre es estar con todos mis hijos en el lugar que más me gusta, mi finca en Esparza”, dijo un emocionado Jorge Vélez.
Sin embargo, no podrá celebrar con su propio padre, acaparado, según dice, por sus hermanas en Montes de Oca.
Este finquero es ejemplo de fe y perseverancia, de nunca desmayar pese a la adversidad.
Su esposa, Hannia Lorena González, ha sido su bastión.
“Hubo semanas en que mis hijos no tuvieron mamá y otras en que no tuvieron papá porque uno de los dos estaba cuidando al pequeñín en el hospital, y eso no es nada fácil”, expresó el padre.
Por fin juntos, en el hogar, con sus hijos Bryan Mauricio de 15 años, Catalina de 12, Sara de 10, Emanuel de 8 y Allan de 6 pasa muchos momentos agradables jugando, viendo televisión o escuchando música, como lo sorprendimos cuando llegamos a su casa para hacerle esta entrevista.
“Él es excelente, no hay un punto de comparación. Siempre ha sido responsable y procura que no falte nada. Es un esposo que ayuda mucho”, comentó, González.
Para Vélez, Allan, su cumiche, es su héroe, pues gracias a él experimentó sentimientos que jamás sospechó ser capaz de sentir.
“Todos mis hijos son especiales, y trato de repartirme por igual, pero Allan me hizo soportar cosas inimaginables.
“Lo que le ha pasado a la familia, el hecho de que él esté vivo, significa que superamos la prueba puesta por Dios”, dijo este padre que hoy tras una larga espera podrá fundirse en un abrazo con todos su hijos en Esparza.
Colaboró: Mariela Hidalgo.
Mauricio Rojas Villalobos no se cambia por nadie en el mundo.
Y no es para menos, será el padre de María Celeste, María Belén, María Jimena, Luis Mauricio y Gabriel Francisco quienes están por nacer.
Desde que se conoció la noticia de que Elizabeth Camacho, de Barva de Heredia, dará a luz quintillizos, este papá solo ve la hora en que tendrá a sus hijos en brazos.
“Es verdad, estoy ansioso, pero también preocupado por el estado de mi esposa, solo Dios sabe si estará bien”.
Rojas tiene muy claro lo que desea para hoy, en su día. “¿Qué más le puedo pedir a la vida que estar con ellos y que cuando lleguen estén sanitos?”.
Como buen padre, visita todos los días a sus pequeños aún no nacidos en el hospital y le lleva arroz con pollo, gelatinas y otras cositas a la mamá.
“Cuando ellos nazcan, sabré qué tan diferente será mi vida. Pero sé que será difícil porque uno no esperaba cinco”, comenta este superpapá.
¿Se imagina criar 43 muchachos? Luis Vega González, oriundo de Monserrat de Alajuela, lo hace.
Vega tiene a su cargo un grupo de 40 adolescentes en la Ciudad del los Niños, centro que brinda oportunidad a jóvenes con talento, provenientes, en su mayoría, de matrimonios separados.
Tiene, además, tres hijos propios: Andrea de 30 años, Esteban de 23 y Daniela de 15.
“Es difícil en el aspecto académico porque unos van bien, otros no tanto y algunos tendrán problemas en dos o tres materias. Hay que estar pendiente”, señaló Vega.
“Todos me ven como su padre. Este año murió mi papá y tengo una mezcla de sentimientos”, manifestó Vega quien día a día saca a delante con cariño a este grupo compuesto por 41 varones y dos mujeres (sus hijas biológicas).
La sonrisa de la pequeña Edith Sofía, de año y ocho meses, le cambió la vida a Eder González Carrillo, quien cumple una condena de 18 años por varios robos en la sección para jóvenes de La Reforma.
“Me ha costado, antes estaba lleno de drogas. Ahora no, hasta dejé de fumar. Me ilumina la sonrisa de ella y cuando dice ‘quiero ir a ver a papá’ me siento orgulloso”, manifestó el joven ramonense de 20 años.
“Me gustaría que hoy viniera toda la familia”, añade.
Trabajó en el campo, ordeñó vacas, excavó profundos pozos, arregló refrigeradoras y lavadoras...
Víctor Manuel Monge González, de 61 años, padece diabetes desde los 23, tiene un daño en el corazón y sus riñones no funcionan bien.
Dichas enfermedades son la causa de la amputación de una parte de la pierna derecha y de la pérdida de un ojo, pero jamás le quitaron fuerzas para velar por su familia.
Para alimentarlos a todos “le echaba chayote en cuadritos al arroz” para que sus hijos pudieran comer más.
“ Me levantaba a las dos de la mañana a ordeñar para que me pagaran con una botella de leche”, cuenta con orgullo.
© 2009. Periódico Al Día. El contenido de aldia.cr no puede ser reproducido, transmitido ni distribuido total o parcialmente sin la autorización previa y por escrito del Periódico Al Día. Si usted necesita mayor información o brindar recomendaciones, escriba a webmaster@aldia.co.cr.