Alejandro Arley Vargas
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La curiosidad me mata en el Centro de Tratamiento Postal (CTP) de Correos de Costa Rica en Zapote, la gran bodega donde todos los días entran y salen miles de documentos y paquetes.
No todos corren la misma suerte. Frente a mí, hay decenas de sacos llenos de sobres y paquetes que no llegarán a manos de sus dueños. Son envíos “rezagados”, dirigidos a una dirección que no existe o sin remitente, y por eso no hay forma de regresarlos.
Una o dos veces al año, amparados en la ley, funcionarios de Correos abren una a una las bolsas y es cuando descubren artículos o cartas insólitas. ¿Quiere que le cuente?
Aunque este año todavía no toca la apertura de los sacos, no me quedo con las ganas y busco a Rafael Alvarado, gerente de operaciones de Correos de Costa Rica, para que me hable de lo que ha visto en ese proceso.
Las sorpresas no tardan en aparecer mientras recorremos el CTP la mañana del miércoles 17 de junio.
“Empecemos con las cartas”, dice. “Hemos visto muchísimas para el Niño Dios y otras dirigidas al Polo Norte, evidentemente son para Santa Claus”, comenta.
En una ocasión, alguien muy creyente se tomó la molestia de escribir una carta al cielo, cuya dirección de entrega era el Muro de los Lamentos, lugar sagrado ubicado en Jerusalén, Israel. “Esa al final la enviamos”, dice.
¿Se imagina al cartero, con profundo respeto y devoción, colocando la nota en las hendijas del muro? Ojalá haya sido así.
Sexo y más
¿Le sigo contando? Bueno solo porque usted insiste. Entre la variedad de objetos “perdidos” abundan los juguetes sexuales.
Por correo la gente envía muñecas inflables, vibradores, disfraces eróticos y hasta vaginas plásticas. A eso agréguele grandes cantidades de películas y revistas pornográficas.
“Quizás muchos por vergüenza no ponen el remitente, entonces, si la dirección está mala, estos artículos no se pueden entregar de vuelta”, agrega Alvarado.
Para aquellos que son de “ver para creer”, les comento que por una medida de la empresa, una vez abiertos, los artículos o documentos deben ser destruidos.
Así que, por ahora, se quedarán con las ganas de observar algunas fotos de estos.
En cuanto a alimentos, es sabido que los ticos mandamos al extranjero confites, chocolates, salsas, leche en polvo, pero ¿se imagina a alguien que se le ocurra empaquetar quesos o chorizo?
Según me cuenta don Rafael, esta “genialidad” les cuesta malos ratos por el olor insoportable que emanan los paquetes.
Como a la gente le gusta lo prohibido, el correo no se salva de que quieran usarlo para alguna “torta”.
Los funcionarios de Correos han atajado goles como pasaportes, joyas, dinero y hasta un arma. “Está prohibido enviar ese tipo de cosas. Tal vez las personas lo saben, pero se la juegan”, afirma.
Por fortuna, dentro de las cosas ilegales no han descubierto paquetes con drogas.
Muchos envíos, por su valor o tamaño, son remitidos a las aduanas del Ministerio de Hacienda. Si los dueños no los retiran, tras ser notificados de que deben pagar impuestos, también pueden ser abiertos.
Ojo con estos
Al final del recorrido, don Rafael explica que entre los envíos más curiosos que le ha tocado ver a funcionarios de Correos están las cenizas de un difunto que venían en una urna.
También descubrieron sanguijuelas vivas y pequeñas serpientes disecadas dirigidas a algún lugar en China.
En una ocasión, los bomberos debieron revisar el sitio porque había un envío de pinturas que se sospechaba tenían un material radioactivo.
¿Qué habrá en la próxima apertura de sacos? Espero que la gente de Correos me permita saberlo. Si me tiene paciencia, ahí le cuento de nuevo.
Un documento o paquete con una dirección confusa o incorrecta es todo un calvario.
Se hacen tres intentos para entregarlos, y si no es posible, después de 30 días son enviados al Centro de Tratamiento Postal en Zapote.
Cuando no aparece ni el remitente, se almacena. Dependiendo de la cantidad de paquetes, una o dos veces al año se abre la correspondencia para luego destruirla.
En el proceso participan Gerencia, Inspección Legal y Auditoría Interna.
Lo que queda en aduanas puede donarse al IMAS. La ley faculta a Correos para vender los objetos no retirados y destinar los dineros a ese instituto.
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