Allan Andino
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Su misión está clara: amargarle la vida al protagonista –y si puede quitársela–, mientras disfruta sutilmente de cada puñalada para borrarlo (a) del mapa.
¿Qué sería de las películas y series de televisión sin ese sabor especial que le imprimen sus villanas?
La más reciente y la que se puso de moda es Vanessa Williams, en su papel de la malvada editora Wilhemina Slater en “Ugly Betty”.
“Estamos tan contentos de tenerla. Es brillante porque es tan horrible en el programa, y en realidad es una persona tan dulce”, le dijo Salma Hayek, productora ejecutiva del espacio, a la agencia de noticias AP.
José Mairena, productor de televisión, señaló que las antagonistas son tan emblemáticas que, sobre ellas es que se mueve la historia, las que le dan ese giro y marcan el accionar del bueno al defenderse de sus fechorías.
“Las villanas son fundamentales, no sólo comparten la mayoría de las escenas con los actores principales, sino que su interpretación tiene que convencer al público. Por lo general, cuando son mujeres, son bellísimas ya que la maldad representa una tentación, y qué mejor que una chica hermosa”.
Son muy pocas las actrices que tienen la capacidad de encarnar las dos caras de la moneda, de buena y de mala.
Glenn Close en “Atracción fatal” e incluso como Cruella de Vill en “101 Dalmatas”. Para Latinoamérica, Mairena cita a la mexicana Lucero o la venezolana Lupita Ferrer como actrices que tienen esa habilidad de ocupar ambos bandos.
El crítico Erick Fallas resalta que también tienen otro tipo de veneno escondido.
“Son memorables cuando su personalidad es tan fuerte que roban espacio escénico a los mismos héroes y se convierten en los protagonistas”.
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