Antonio Alfaro, periodista
analfaro@aldia.co.cr

No es cierto que este pedazo de existencia nos tenga como inevitable destino cuatro simples letras. Una “q” minúscula, una “d” minúscula, una “D” mayúscula y una “g” minúscula: qdDg (que de Dios goce).

No es cierto, al menos para vos. Quizás para el resto de los mortales, pero no para vos.

Mario Benedetti, cómplice en tardes de lluvia, amigo en la nostalgia, compañero en la cabanga, socio en el romance, inspirador en la pasión, escritor, poeta, siempre con la palabra simple y precisa para el joven o el viejo, el que está “jodido y radiante, más lo primero que lo segundo, y también viceversa”.

Gracias vida. Gracias Benedetti. Gracias...

Gracias por “Viceversa”, por “Táctica y Estrategia”, por “Amor de Tarde”, por “Estados de Ánimo”, por “Informe sobre Caricias”, por “Puntero Izquierdo” y “El Césped” (un par de cuentos de fútbol).

Gracias por los “Cuentos Completos”, el libro que tenía al alcance de mi mano al momento de tu último respiro, sin sospechar siquiera que partías. De haberlo sabido a lo mejor se me hacía un nudo en la garganta, se me aguaban cobardemente los ojos, como si de verdad fueras algo mío. Mejor no, soy malo para las despedidas, no sé decir adiós. Prefiero un “hasta pronto”.

Hasta pronto. Ni siquiera un “qdDg” ni un “en paz descanse”. Aún vives.