Neyssa Calvo Achoy
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Se la pasaba tarareando canciones todo el día cuando tan sólo tenía tres años, allá por las soleadas tierras de Liberia, Guanacaste.
Fue entonces cuando los padres de Daniela Navarro intuyeron que su primogénita tenía un don para la música.
Su teoría se hizo aún más fuerte cuando le obsequiaron una organeta y la pequeña empezó a sacar piezas sencillas, pero a puro oído.
Dos años después recibió sus primeras clases de piano, en Liberia. Su mamá, Adela Mora, pensó que la música le ayudaría en las matemáticas además de mantenerla distraída, porque según cuenta, de chiquitilla era muy inquieta en la casa.
Mecerse en las hamacas es algo que todavía hoy no puede resistir Daniela y más cuando compite con su mamá para ver quién se eleva más alto.
“Tenía que estar pendiente de donde estaba. Le gustaba subirse en todo lado y buscar la calle”, contó Adela.
Asimismo su papá, Carlos Navarro, recuerda con humor cuando solía escalar la biblioteca y sacar el libro de “Cocorí” para pasar sus hojas.
La lectura ha sido uno de los entretenimientos de la familia Navarro Mora. De ahí la pasión de Daniela por los libros, incluso hace poco devoró las páginas de “El diario de Ana Frank”.
En su biblioteca personal tiene las obras de la escritora J.K. Rowling, autora de la serie de “Harry Potter”.
“Me encanta como escribe y he visto sus películas varias veces”, mencionó Daniela.
Es posible que alguno de esos libros la acompañen rumbo a Rusia, en agosto.
Sin olvidar, asegura su madre, las fotos de sus primos y de su hermano Carlos, de cuatro años. Un viaje que se dará siempre y cuando la familia logre recaudar el dinero para que la pequeña cumpla otro sueño.
La liberiana fue invitada a unirse a una escuela rusa que forma parte del conservatorio Tchaikovsky. Propuesta que nació tras su participación el año pasado, en el I Concurso Internacional de Piano de Música Eslava, en Francia.
Ahí, además logró el primer lugar en su categoría.
“Sería genial si mis papás logran recoger el dinero que necesito, pero si no se puede, sé que tarde o temprano podré ser una doctora en piano y concertista”, recalcó la joven con gran madurez.
El camino hacia Rusia no será sencillo porque además de buscar el capital, deberá enfrentar una vida lejos de su gente, así como superar las barreras del idioma aunque desde hace unas semanas aprende ruso.
Si algo tiene claro esta pequeña es que para cumplir su objetivo debe esforzarse.
A ella no le interesan los juegos de niños, tan solo quiere deslizar sus dedos sobre las teclas del piano.
Su mayor regalo, son los aplausos del público, aseguró. Y es que sus pequeñas manos parecen lograr que el piano cante.
Pese a su corta edad, Daniela ha pisado escenarios en Francia, Roma y recientemente, el 15 de mayo, en el Carnegie Hall, Nueva York.
Su preparación es continúa y de nuevo sacudirá las teclas blancas y negras, el 29 de junio en la Embajada de Polonia, en París.
Su fiel compañero en sus presentaciones y por un acuerdo familiar, es su papá, quien restringió sus consultas como psicólogo para apoyar a su hija. Pero si todo sale como esperan la verán volar y ser feliz en el teclado.
Dedicada
Hace ocho días, cumplió 13 años. Su primera profesora fue Sabina Hiller, en Liberia. En el 2006, por su talento fue aceptada en el programa preuniversitario de formación pianística de la Universidad Nacional y en el Instituto Superior de Arte. Todos los jueves viaja desde Liberia para recibir clases.
La mamá de Daniela asumió la carga económica del hogar para que su esposo pueda seguir a su hija.
El Presidente Óscar Arias le ofreció su casa para dar un recital, el 16 de julio. La idea es recoger fondos para su viaje.
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