Carlos Freer, cineasta
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A pesar de la natural diferencia de edades entre un escolar y su maestra, la recuerdo como una mujer muy joven. Era delgadita, simpática, inteligente y medio “atravesada”. Tenía algo así como la jefatura de su casa, con hermanas cercanas en edad, que también se comportaban muy cariñosas y respetuosas con los alumnos de la hermana mayor.

Me acuerdo también de su hermano, con alguna discapacidad, joven perspicaz y afable.

Conocedora de muchos asuntos y temas, nos proponía problemas salidos de la rutina. Por ejemplo, ver un cuadro y armar una historia de la posible vida que allí se desarrollaba, con sus personajes, ideas y emociones. Se lucía montando veladas y actos públicos en la escuela Jesús Jiménez de Cartago.

Recuerdo que en cierta ocasión incendiamos de verdad una casucha de madera que representaba el Mesón de Guerra, con un Juan Santamaría encarnado por Fabio Camareno, de grato recuerdo.

Hasta baldes con agua hubo que llevar para sofocar la amenaza en el escenario. Pero sobre todo, recuerdo sus clases amenas, imaginativas y graciosas. Ella dice ahora que ese grupo de entonces era un gran grupo. Más bien, creo que tuvimos una gran maestra.

La niña Lía Quirós Orozco también se desempeñó como periodista. Me imagino que cultivó otros oficios, porque siempre ha sido una mujer diestra y empeñosa.

Ojalá que no diga que me lo agradece, porque el agradecido soy yo.