En la comunidad de Nambi, Nicoya, el sol brilla con toda intensidad. Sus potentes rayos llegan a la pampa sin misericordia alguna.
Frente a la carretera principal que comunica a Nicoya con Santa Cruz, se observan las 40 hectáreas de cultivo que son propiedad de Gilberth Cárdenas, un agricultor que le apostó a su tierra y a su plantación de arroz, pero que hoy sufre los efectos del fenómeno de “El Niño”. “Lo más terrible es que uno no ve la lluvia por ningún lado. No puedo dormir bien pensando en las pérdidas que la sequía me he generado”, detalló.
Al igual que otros agricultores guanacastecos, Gilberth invirtió su dinero y hasta pidió prestado para elevar su cosecha. Hoy debe 28 millones de colones y está desesperado porque los frutos de su esfuerzo y sudor cotidiano, aún no se observan.
“La tierra esta reseca, las raíces no tienen de dónde alimentarse y si no vuelve a llover fuerte, se mueren todas”, dijo el agricultor. “Nadie invierte para perder, pero nunca se nos dijo que este fenómeno iba a durar tanto”.
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