Carlos Freer, cineasta
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Creo que fue en 1957. Era uno de aquellos inolvidables partidos internacionales. Escenario: Estadio Nacional. Actores: el FK Austria y la Liga Deportiva Alajuelense. Era costumbre que nuestros equipos se reforzaran con lo mejor del patio.
En esa ocasión, la Liga integró la siguiente delantera: Rodolfo Herrera, Alvaro Murillo, Juan Ulloa, Guido Cubero y Alexis Goñi. Es decir, el ala derecha de Saprissa, su inolvidable centro delantero y el ala izquierda del Cartaginés.
Cerca del final, con el marcador empatado a uno, se pitó un tiro libre en contra del FK. Todo el mundo sabía lo que iba a ocurrir y se guardó un sepulcral silencio cómplice.
Los fornidos defensores austriacos marcaban por igual a los delanteros y a ninguno en especial. Sonó el pitazo del árbitro. Guido Cubero “cuchareó” la bola al centro del área y Alexis Goñi se “acostó” en el aire, y de cabeza, le cambió la trayectoria al balón.
El delirio fue mayúsculo, porque era la ejecución de una jugada anunciada. Todo el mundo, excepto los mocetones austriacos, esperaba lo que iba a suceder: que Alexis Goñi marcaría uno de sus espectaculares goles de cabeza, a pase de Guido Cubero, su gran socio en el cobro de tiros libres. Como lo había sido antes el Negro Madrigal, cuando ejecutaba aquellos “corners” que iban a lo más alto, adonde sólo llegaría la cabeza de Goñi (1951, 24 goles en 18 partido, 21 de cabeza).
Si pudiera votar para la Galería del Deporte, ya saben por quién lo haría.
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