Roxana Zúñiga Quesada, periodista
ropazu@racsa.co.cr

La que se monta en avioneta debe tener cuidado con la treta.

La que busca su pasaporte, deberá pagar el aéreo transporte.

La que viaja a ver a sus amigos deberá salvar la espalda de los enemigos.

La que se jala tamaña torta no podrá hacerse de la vista corta.

La Selección en Egipto mostró un corazón como la Basílica de los Ángeles. ¡Cuánto orgullo y pundonor en la cancha! Así no importa una derrota.

La actuación fue extraordinaria porque superaron los clásicos complejos nacionales. Lástima que la maldición de “dejar que pasen los nublados del día” aún nos afecta… la indefinición es un mal plantado en nuestras raíces. El sábado, mientras se jugaba contra Emiratos Arabes Unidos, estaba en una ferretería rural durante la hora del almuerzo. Los tres dependientes degustaban tremendas porciones de pollo frito y en eso sonó el teléfono… sonó y sonó hasta que su voz se apagó.

Ninguno se levantó a saber si Dios llamaba para anunciar el fin del mundo. ¡¡¡Qué va!!! Estaban en su sacrosanta hora de comida… esa desidia refleja por qué las teorías modernas de administración de personal no pegan aquí.

La otra noche, una persona que pide dinero en los semáforos hizo gala de su ironía: al recibir cinco monedas de 100 colones exclamó: “de viaje 2.000 pesos para comer”… La próxima le endoso el cheque de la quincena.

¡Qué cáscara!