Milton Montenegro, enviado
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Guantes, gorros y gruesas chaquetas. Los ticos y norteamericanos que llegaron al estadio RFK, en Washington, lo hicieron bien abrigados, quizá algunos bien frotaditos por dentro, porque el frío que hacía anoche no se había sentido los días anteriores.

La temperatura estuvo entre diez y siete grados celsius, por eso la vestimenta de los aficionados, quienes no enfriaron el ánimo y pese a la presencia de la lluvia, dos horas antes del juego, montaron la parrillada.

Gallitos de carne, salchichón, chorizo bien condimentado y las chuletitas con barbacoa: los fanáticos que no adquirieron boletos para ingresar al estadio, aprovecharon para pasarla bien.

Algunos intentaron comprar entradas a último momento, pero la mayoría desistió de la idea, al ver que los tiquetes más baratos, los de $35, subieron a $40 (¢23.600) y los más caros, los de $110, elevaron el precio a $130 (¢76.700).

Entonces no les quedó otra que pasarla bien desde afuera, donde varios niños y adultos se divertían efectuando series con la pelota.

Otros hacían fila para ingresar a los baños públicos, al tiempo que cruzaban las piernas, no sé si para no sentir tanto frío, o no orinarse en los pantalones.

No creo que alguien hiciera la gracia, pero lo que la mayoría sí hizo, fue apuntarse al tradicional “oeoeoee, ticos, ticos”, gritaron varios coterráneos, quienes viajaron desde Virginia, Maryland, Washington y unos de más lejos, como Nueva York.

No faltó el fiebre que manejó más de 8 horas, para acompañar a la Sele. Ondearon banderas, y se escuchó “Costa Rica, Costa Rica”.