Neyssa Calvo Achoy
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Creció entre las lecherías y subida en los palos de jocote y manzanas de agua en las tierras fértiles de Carrizal de Río Cuarto, en Grecia.

¡Con razón! Pensarán muchos al recordar a la periodista de ojos achinados, Ginnés Rodríguez, montando una vaquilla y sorteando a los toros en el Redondel de Zapote.

Y es que el gusto por el campo es algo que se le sale sin querer e incluso hasta se le hace la boca agua, con solo recordar cuando de chiquilla iba con el jarro de lata a buscar la leche recién ordeñada a la lechería de su tío.

Es la menor de dos hombres y tres mujeres y se formó en el seno de una familia a la que le ha costado ganarse las cosas.

El periodismo llegó a su vida, según dijo, por casualidad porque lo que quería ser era maestra de kinder, aeromoza, ingeniera de sistemas y hasta psicóloga.

Al final se decidió y entró a la escuela de Comunicación Colectiva de la Universidad de Costa Rica, para estudiar Publicidad.

“Me di cuenta de que lo comercial no era lo mío y me incliné por lo informativo”, comentó.

Dio sus primeros pasos como comunicadora en el canal 15 de la “U”, en una sección llamada “Ojo al Arte”. Luego pasó a presentar el programa “MXL”. Confesó que en aquella época se equivocaba muchísimo. Ahí aprendió que “un buen presentador no es el que nunca se equivoca, sino el que lo hace y sigue adelante”.

Muchos pueden que la recuerden desde el 2005 cuando llegó a Teletica al programa “Así es la Vida”, donde estuvo dos años y luego se incorporó al noticiero matutino. Desde hace unas dos semanas pasó a formar parte del equipo de la edición de las 7 p.m. Así es, Ginnés ya no tendrá que levantarse a las 3:30 a.m. para estar en el canal y por eso, claro no protesta, dijo entre risas.

Cuando habla de su gran amor y primer novio formal, Gerardo Zamora (periodista de Teletica) le brillan los ojos.

Y más aún cuando le entregó en julio, su anillo de compromiso de camino a San Rafael de Heredia.

Ese día recuerda que él se detuvo para pedir la dirección y de pronto un mago le abrió la puerta del carro y en medio de un espectáculo con lanzallamas le dio el anillo.

El queque lo partirán el año entrante, prefirió reservarse la fecha, tras cumplir ocho años de noviazgo, en diciembre.

Pese a trabajar en el mismo medio no se ven con frecuencia, pero ella cada vez que puede le roba un beso en los pasillos del canal.

“Cuando lo veo me emociono como si fuera una quinceañera”.

Lo primero que ve en un hombre es su rostro, la forma de hablar y la actitud para enfrentar la vida.

Se considera una mujer aventurera y ligada al ganado. Piensa que entre sus virtudes está el ser positiva, sonriente y siempre le desea el bien a la gente porque está convencida de que se devuelve de alguna manera.

Para ella su profesión es muy similar a la de un artista, porque no a todos les gusta su obra, otros dirán cómo debió haberla hecho, pero “si la hizo con pasión y feliz, ya ganó”. Su sueño es tener empatía con el público.

Como el agua

Su color favorito es el rosado. Le gustaría visitar Europa y le encanta la comida italiana. Estudia para ser Decoradora de Interiores como un entretenimiento y le apasiona el pensar en conocer el mundo.

Además de correr en los toros, disfruta los rápidos de Sarapiquí. Le fascina contar historias y le apasiona el reto de desarrollar un tema y presentarlo diferente.

Estudió en el Colegio María Auxiliadora y asegura que era bien portada y si se quiere “bombeta”, porque se metía en todo menos en deportes.

No se ve en concursos de belleza, prefiere sobrevivir usando su cabeza. Su secreto para verse bonita es vivir en paz.