Mauricio Astorga, actor
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México D.F. Cuanta razón tiene Catón cuando dice que la música, maravilloso ruido que no podría existir sin el silencio, es el mejor medio de unir a los humanos si se exceptúa al amor.
El concierto de Juanes en La Habana es una de las más bellas obras que el amor y la música han hecho en nuestro indiferente mundo. Y lo digo más allá de cualquier preferencia musical.
Más de un millón de cubanos se congregaron en nombre de la paz para oír un recital que no fue manchado por ningún discurso político. La fraternidad fue el tema principal de las canciones dichas por los artistas que estuvieron en esta histórica cita.
Diversas lecturas darán los entendidos al suceso. Sin ser un entendido, yo pienso que los cubanos fueron al concierto movidos por el ansia de acercarse al mundo, de romper la barrera de aislamiento que el régimen de Castro les impuso. El pueblo cubano no quiere ya estar en soledad. Es víctima al mismo tiempo de una obsoleta dictadura y de la prepotencia de Estados Unidos, que por castigar a un caduco enemigo político sigue lastimando a un pueblo inocente.
Más que cualquier proclama política o gestión diplomática, la convocatoria de tanto contenido humano hecha por Juanes y sus amigos servirá para que Cuba vuelva los ojos al mundo, y para que el mundo mire a Cuba como lo que siempre ha sido: un precioso lugar habitado por gente cuya alegría y nobleza van más allá de cualquier ideología.
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