Las elecciones para escoger hoy a los 81 alcaldes de igual número de cantones del país son un eslabón clave dentro de nuestro sistema democrático. Debido la expectativa de alto abstencionismo, estos comicios se convierten en todo un desafío para nuestras instituciones, partidos y ciudadanos.

Si se diera una participación del 40% “sería un total éxito”, dijo hace pocos días el magistrado Luis Antonio Sobrado, presidente del Tribunal Supremo de Elecciones TSE), poniendo, así, los pies sobre la tierra ante la reacia actitud de los ciudadanos con esta convocatoria.

Serán las últimas elecciones que se celebran en el fragor de diciembre –un factor que gravita en la baja participación – cuando la gente anda más atareada y preocupada con sus quehaceres de fin de año.

Sin embargo, es de reconocer el esfuerzo del TSE, de los partidos y de dirigentes locales que se han lanzado en una decidida caza de voluntades electorales.

Estas elecciones ocurren en momentos en que el país sufre una agresión mayor a su soberanía por el régimen de Daniel Ortega, que renegando de instituciones democráticas, se apresta a darles un zarpazo final con el ejército hoy día en su ronda totalitaria, autoritaria en Nicaragua.

Por el contrario en nuestro país, un sólido sistema electoral, independiente, moderno, robusto, probado no solo en comicios generales, sino en complejas coyunturas como las del TLC, apuesta a provocar a los electores para las escogencias de alcaldes, vicealcaldes, síndicos, concejales e intendentes. En total están en juego 4.989 cargos.

La apatía del electorado marcada, amén de la época, por la frustración ante promesas incumplidas, flagrantes casos de corrupción en la conducción de municipios y el desencanto de los ciudadanos por la ineficaz acción de sus alcaldes en la solución de necesidades cotidianas, son el otro gran desafío de una elección como la de hoy que, repetimos, es clave dentro de nuestro devenir democrático, pero ante la que muchos actores no terminan de entender la gravedad de su responsabilidad al pedir el favor de los electores y ser escogidos.