Seúl / DPA y redacción. En su séptima aparición consecutiva en un Mundial de fútbol, Corea del Sur espera acercarse a la hazaña de 2002, cuando llegó a las semifinales del campeonato que organizó junto con Japón.
Desde que participaron por primera vez en un campeonato mundial en 1954, los coreanos tuvieron que esperar casi medio siglo, para convertirse en la potencia futbolística de Asia.
La espera se les hizo más amarga cuando sus vecinos comunistas de Corea del Norte sorprendieron en 1966, con la clasificación a los cuartos de final.
Bajo el mando del holandés Guus Hiddink, actual técnico de Rusia, los surcoreanos superaron en el torneo de 2002 obstáculos tan duros como los que supusieron los partidos contra Italia, Portugal y España para llegar a las semifinales, que ganaron los alemanes por 1-0.
Eso sí, ante los italianos y españoles, tuvieron la ayuda de los árbitros, con acciones vergonzosas.
Ocho años más tarde, el país espera ansioso el Mundial de Sudáfrica. Pero con más confianza que antes. Si el cuarto lugar en 2002 fue casi un milagro, ahora los coreanos están confiados de meterse entre los últimos ocho en Sudáfrica. Pero será muy difícil.
En 2002, Hiddink contaba mayormente con jugadores de la liga coreana, pero ahora, el técnico coreano Huh Jung Moo puede echar mano de una escuadra globalizada con futbolistas que militan en Europa, como el extremo de Manchester United de Inglaterra, Park Ji Sung, el centrocampista de Bolton Wanderers, Lee Chung Yong, y el delantero del Mónaco, Park Chu Young.
Corea del Sur finalizó la serie clasificatoria como cabeza de su grupo, con un palmarés de 26 partidos invictos y 14 triunfos. La confianza de los asiáticos aumentó el 14 de noviembre cuando consiguió un empate sin goles contra Dinamarca. Los coreanos ocupan el lugar 52 del listado mundial.
La seguidilla de invictos fue rota por Serbia, con un triunfo por 1-0 en un amistoso posterior al de Dinamarca. Aún así, los surcoreanos confían en haber salido del pozo en el que quedaron hundidos después de la gloria de 2002.
Ninguno de los compatriotas y sucesores de Hiddink tuvieron la misma suerte con los asiáticos: ni Jo Bonfrere ni Dick Advocaat. En la Copa de Asia de 2007, Corea del Sur consiguió a último momento superar la fase de grupos. La caída ante Irak en semifinales marcó el principio del fin del técinco Verbeek, que abandonó el plantel más tarde.
Fue entonces cuando los dirigentes del fútbol surcoreano se decidieron por el entrenador Huh, quien ha conseguido crear un espíritu de equipo y dotar de agresividad al plantel.
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