Melbourne / DPA. La leyenda de Serena Williams continúa. A pura potencia y en una prueba de carácter, se ciñó la corona del Abierto de Australia por quinta vez y ratificó que es la “reina” del tenis femenino, por más amenaza belga que se levante en su camino.
“Me siento increíble, como que sucedió, pero que no sucedió”, dijo. Por mucho que le cueste creérselo a la estadounidense, allí están los trofeos para dar fe. Ya van 12 de Grand Slams.
Con su victoria por 6-4, 3-6 y 6-2 ante Justine Henin, la menor de las hermanas Williams demostró que Melbourne es el lugar del mundo que mejor le sienta: ninguna jugadora ganó allí tantos títulos como ella en la era abierta, y ningún otro Grand Slam ha engrosado tanto su vitrina.
“Fue un partido duro, física y mentalmente. Siento que las dos estábamos allí tratando de probar algo”, dijo con su habitual estilo, entre desenfadado y desafiante.
Ciertamente, la sorprendente Henin comprobó que le falta rodaje aún para “ganar este tipo de partidos, en este tipo de situaciones”, como lo definió su entrenador, Carlos Rodríguez.
¿Y Serena? Físicamente, aún cuando luzca vendas en muslo y pantorrila que la asemejan a una momia, está muy por encima del resto. Pero además suele jugar muy bien: su derecha puede ser bestial y su servicio es confiable, para llegar a su rescate, cuando se encuentra en apuros, como ayer.
La tenista de 28 años está en la cima. ¿Hasta cuándo?
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