Diana Vega, colaboradora
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El base de los Knicks de Nueva York, Nate Robinson, elevó sus 175 centímetros hacia el tablero y se encargó de poner el ambiente con sus acrobacias aéreas, para el Partido de las Estrellas.

Fue difícil, pero nada es imposible para Robinson. Consiguió el 51% de los votos, y superó a DeMar DeRozan, de los Toronto Raptors, en el concurso de los mejores “hundimientos”.

Su pequeña estatura nunca le afectó. Al final se llevó hasta su casa un récord (tres títulos) que nunca lograron alcanzar especialistas como Michael Jordan o Dominique Wilkins.

Su trayectoria inició desde joven. Tuvo una exitosa carrera como universitario, donde llevó a Washington Huskies a los puestos de élite en el 2005.

Una doble experiencia, pero que no le cambió la vida, fue su paso por el fútbol americano en Washington, donde era un potente esquinero. Sin embargo, cuando llegó a la universidad, tuvo que optar por solo un deporte y la balanza se inclinó al que le daría la gloria actual, el baloncesto.

Robinson ganó la competencia de los hundimientos en el 2006, como todo un novato.

Tres años después venció al alero de poder Dwight Howard - del Orlando Magic - para lograr su segundo título.

El sábado repitió esta historia, al realizar el mate final, que consistió en lanzar el balón al tablero, inmediatamente Nate lo recuperó y finalizó con un espectacular hundimiento a dos manos. Fue el rey de la acrobacia.

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El puesto que ocupó Nate Robinson en el draft 2005, escogido por los Phoenix Suns.