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Labor cumplida. Las mujeres también se fajan en la recolección del grano. Fotos Rafael Pacheco.
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Improvisan fogones en el suelo para cocinar y calentarse alrededor del fuego.
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El trabajo inicia al amanecer en el cafetal.
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Por la noche, la familia completa se reúne para conversar y cantar en su lengua nativa: el bri.
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Están acostumbrados a madrugar. Desde temprano empieza el movimiento alrededor de la casa que les acondicionaron.
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No pierden el tiempo. Cada quien se ocupa de su “calle”. Con gorras y paños en la cabeza tratan de apaciguar el calor.
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Faustino Morales es quien lidera el grupo. Si algo no anda bien, el patrón se lo indica y él busca solución con su gente.
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Daniel Gamboa, mide el grano recolectado. Por cada cajuela, el patrón pagará ¢800.
Rafael Pacheco Granados
rpacheco@aldia.co.cr
Zona de los Santos. - Están en la Zona de Los Santos desde los primeros días de diciembre. Dos meses atrás empezaron la aventura en San Vito de Coto Brus, a donde llegaron tras de caminar dos días por la montaña.
Ataviados con botas de hule y las mujeres con vestidos holgados y largos, de vistosos colores, ahora se afanan en recoger la cosecha en cafetales de León Cortés, Dota y Tarrazú.
En la finca de David Montero, en San Isidro de León Cortés, la familia Morales Ábrego, dirigida por Faustino Morales, se aplica desde el amanecer hasta entrada la tarde. Con disciplina, los indígenas recorren “la calles”. El silencio con que realizan su labor solo es interrumpido por el golpeteo del grano al caer en la canasta o el esporádico revolotear de alguna piapia, por entre las laderas.
“Son muy trabajadores. Ya tengo como ocho años trabajando con ellos y realmente estoy muy a gusto”, asegura don David.
Daniel Gamboa, quien se encarga de medir lo recolectado, confirma las palabras del patrón. “Ellos no dan ningún problema, trabajan callados y lo hacen muy bien”.
Pero la gratitud es recíproca. Los guaymíes ahora vuelven a casa en las montañas del Atlántico, en la frontera sur. Pero este año, cuando salgan a Coto Brus, Faustino llamará al patrón para acordar el día y la hora de arribo a la zona de Los Santos.
Y el patrón los esperará con vivienda, comida y mucho café para recoger.
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Labor cumplida. Las mujeres también se fajan en la recolección del grano. Fotos Rafael Pacheco.
Improvisan fogones en el suelo para cocinar y calentarse alrededor del fuego.
El trabajo inicia al amanecer en el cafetal.
Por la noche, la familia completa se reúne para conversar y cantar en su lengua nativa: el bri.
Están acostumbrados a madrugar. Desde temprano empieza el movimiento alrededor de la casa que les acondicionaron.
No pierden el tiempo. Cada quien se ocupa de su “calle”. Con gorras y paños en la cabeza tratan de apaciguar el calor.
Faustino Morales es quien lidera el grupo. Si algo no anda bien, el patrón se lo indica y él busca solución con su gente.
Daniel Gamboa, mide el grano recolectado. Por cada cajuela, el patrón pagará ¢800.
