Martes 23 de febrero de 2010, San José, Costa Rica
Nacionales | Pido la palabra
El goleador de Dios que dejó el alcohol

Antonio Alfaro
Ingrese a mi blog “Verbos y goles”

A los 20 años empezó a saborear más el trago que los goles. Si al inicio hacía fiesta en el área, los bares se fueron convirtiendo en su 16,50 m. Terminó bebiendo alcohol como si estuviera en peligro de acabarse, como si hubiese que esperar a pico’e botella con la boca abierta a que caiga la última gota. “Era incontrolable”. Todo le importaba nada. Podía perder su lugar en Saprissa, pero no la fiesta.

Jugaba con la vida de madrugada, aunque amaneciera en la calle. Ya nadie esperaba por él, quizás ni su esposa, sin más remedio que pedirle el divorcio. Se lo pidió. Sin dinero, lleno de deudas, casi sin matrimonio se encontró con el hoy más mentado tras cada jornada de fútbol dominical: Dios.

Ya cansa, dicen algunos, otros se muestran indiferentes. No falta quienes reciban el mensaje. Él no termina de mentar la obra del Señor, así sea para explicar el “doblete” o las ocasiones perdidas. Hay quienes no creen en conversiones como la suya, pero a él parece no hacerle mella la desconfianza ni el hastío ajeno.

Aunque creyente, no creo en un Dios que cabecee, ni defina ante el portero. Sí profeso mi respeto y admiración por el hombre que se levanta. No creo que Dios lo ayude más a él que al guardameta rival, pero entiendo que fe, perseverancia y tranquilidad cualquier goleador se las desea.

Y creo, aunque él canse a algunos, que no mete un gol por partido, como prometió, sino un gol por cada día que pasa sin vivir en el alcohol.

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