Florida, EE. UU. / EFE, AP y AFP.- Tilikum, la ballena orca de cinco toneladas que mató el miércoles a su entrenadora, Dawn Brancheau en el parque Sea World en Orlando, Florida, seguirá formando parte del espectáculo de ese lugar.
A pesar del debate que suscitó Tilikum –que ya había matado a dos personas más – sobre el trato de los animales en cautiverio, el parque marino indicó que su intención es “continuar interactuando” con el animal.
“Los procedimientos del trabajo con él cambiarán”, agregaron los funcionarios.
Brancheau murió ahogada y por traumas múltiples después de que el cetáceo la arrastró al fondo del tanque en el parque, confirmaron el jueves las autoridades.
Sue Nichols, testigo de lo ocurrido, dijo que la muchedumbre no se percató de ninguna anomalía ya que el espectáculo había transcurrido con normalidad. Cuando pasó el ataque, la mayor parte de personas se había ido.
“La entrenadora palmeaba a la orca y ella se le acercaba mucho. Ella le arrojaba pescados en su boca, baldes de agua, parecían disfrutarlo. No había nada raro”, contó Nichols.
“Ella le estaba hablando, jugando y en un instante la atrapó, la tiró al agua, la hundió y la mantuvo sumergida durante un buen rato. Entonces salió del agua con ella atrapada en su boca”, narró.
Según empleados de Sea World, su comportamiento era tan agresivo que los rescatistas no pudieron zambullirse a salvarla.
En cambio, los entrenadores debieron guiar a la ballena gigante hacia una piscina más pequeña y la levantaron del agua hacia una plataforma donde lograron liberar el cuerpo sin vida de la entrenadora, atrapada en sus fauces.
Es un monstruo
Grupos defensores de los derechos de los animales presionaron al parque para que Tilikum fuese liberada en una zona controlada, e incluso sugirieron matarla.
Pero SeaWorld recalcó que su intención es continuar con la ballena, cuyo valor asciende a varios millones de dólares.
Russ Rector, exentrenador de delfines, dijo que mantener a las orcas en cautiverio las violenta.
“Van a mantener a Tilikum y va a matar a más gente”, advirtió Rector, que envió a SeaWorld una carta en el 2007 advirtiendo que el estricto sistema de entrenamiento y el cautiverio continuo podrían provocar ataques a los entrenadores.
“Es un monstruo, un producto de su cautiverio. Odia a la gente. Todo lo que desea es matar. Si fuese un gato gigante o un oso, hubiese sido sacrificado tras la primera muerte”, indicó Rector.
Un animal puede atacar a una persona cuando se siente atemorizado o cree que va será atacado.
Según el veterinario Pedro Villalobos, hay que prestar atención a los cambios de comportamiento, principalmente a perros y gatos, que son los animales más cercanos a los humanos.
“La forma en que mueven los orejas o el labio superior, el pelo erizado en el lomo o también, que se les pongan los ojos vidriosos y las pupilas dilatadas, pueden ser señales que el animal se vaya a poner agresivo”, explicó Villalobos.
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