Miguel Calderón Suárez
miguel.calderon@aldia.co.cr
Un joven de apellido Calvo pasó de ser un querido e inofensivo bodeguero durante el día a investigado y enjuiciado por graves violaciones que se le atribuyeron en perjuicio de tres mujeres en la zona de la entrada a Escazú.
Vecino de Villa Esperanza de Pavas, el hombre de 25 años interceptaba a sus víctimas con un puñal y las amordazaba en los alrededores del peaje en Escazú, según el relato de cuatro ofendidas.
Por esos hechos, Calvo fue sentenciado a 48 años de prisión el pasado 4 de diciembre luego de que el Tribunal Penal del Tercer Circuito Judicial de San José, presidido por la jueza Orfa Mora Drummond y los licenciados Pedro Méndez y Cinthya Angulo, lo halló culpable de nueve delitos de violación y cuatro robos agravados en contra de cuatro mujeres. La sentencia no está en firme.
“Me abrazaba como si fuéramos pareja para que nadie sospechara. Él fingía un acento colombiano. Yo tenía mucho miedo, pensé que me iba a matar”, recuerda una de las afectadas, en ese entonces de 22 años.
Los hechos ocurrieron entre septiembre del 2007 y marzo del 2008.
José Gonzalo Saavedra, abogado defensor del imputado, dijo que “creo que hubo muchos fundamentos para haber dictado una condenatoria más leve. Los testimonios me dejaron muchas dudas”, expresó la defensa.
Cerca de paradas
Calvo, según las autoridades, atacaba entre 8: 30 y 9 p.m., y aprovechaba la oscuridad en dos paradas de buses ubicadas en la autopista Próspero Fernández para alcanzar a las muchachas.
Obligaba a las jóvenes a que lo acompañaran, creando un espacio para que estas se tranquilizaran. Luego les decía que la policía lo venía siguiendo por haber cometido un atraco en un negocio comercial y que necesitaba la ayuda para “coger” un taxi.
Después de retenerlas por cerca de 20 minutos, llevaba, en cada ocasión, a su víctima hasta un lote baldío y mediante el uso de la intimidación física (puñal) y emocional, les exigía mantener relaciones sexuales con él.
Una de las violadas afirmó ante los jueces que el agresor se cuidó en todos los casos para no ser reconocido; de ahí que al menos tres de los cuatro reconocimientos tuvieron resultados negativos meses después, tras su captura el 31 de marzo del 2008.
Los relatos coincidieron al referir que el sentenciado vestía una sudadera negra con cuello, un gorro o pasamontaña con el cual se cubría su rostro, un pequeño bolso y una cuchilla pequeña.
En los cuatro casos “atrapó” a las ofendidas en sitios cercanos (parada frente al Hipermás y frente a Ferretería EPA, Escazú).
Además, las horas en que se dieron los ataques fueron muy similares. Al parecer, ejecutaba sus acciones luego de salir de la empresa para la cual trabajaba, que estaba ubicada muy cerca de la zona de los hechos.
Luego de violarlas, les robaba sus pertenencias (billeteras, celulares, joyas) y las amarraba de tal forma que pudieran liberarse fácilmente y huir.
En los ataques que refieren las jóvenes, la acción consistió en tocar diversas partes de su cuerpo por encima de la ropa, para de inmediato abusar de ellas; a fin de que no gritaran, les colocaba un pañuelo u otra prenda en la boca y las tapaba con cinta adhesiva color café.
Durante su captura en el 2008, el OIJ allanó su vivienda en Pavas y ahí aparecieron las cédulas de dos de las jóvenes que denunciaron la violación.
Paso a paso
19/09/07
Calvo abusa sexualmente de una mujer de 22 años debajo de un puente que se ubica detrás del supermercado Hipermás en Escazú, al ser las 7: 30 p.m.
31/10/07
Una joven de 19 años es interceptada por Calvo cerca de la parada de buses que está al frente del Hipermás. Se la lleva a un lote baldío cerca de ahí y procede a violarla. 9 p.m.
07/02/08
Al ser las 9 p.m. el sujeto amordaza a una muchacha de 22 años y se la lleva abrazada hasta un matorral ubicado a unos 600 metros noreste de EPA. Ahí la viola y le roba.
15/03/08
La última víctima fue una menor de 17 años , quien es alcanzada por el violador en el mismo sitio que este interceptó a la joven de 19. Abusa de ella en un lote baldío ubicado a 700 mts.
Una de las ofendidas de 21 años (19 en aquel momento) recuerda los momentos de terror y angustia que vivió la noche del 31 de octubre del 2007.
“Aún le tengo miedo a las personas que se me acercan. Uno recuerda ciertas cosas sin querer y eso genera mucho miedo y confusión. Ese hombre me hizo mucho daño”, relata la mujer.
Sin embargo, ahora su vida es distinta. Ella vive tranquila y poco a poco va recuperando la paz que disfrutaba años atrás.
La muchacha ahora busca la felicidad junto a su bebé de un año. Pero hay una incógnita que la preocupa cada día: ella no sabe de quién es su hijo.
“No sé si es de mi esposo o de ese sujeto. Me da miedo hacerle una prueba de ADN”, explica.
“Es una tortura psicológica permanente de la que no sé si algún día me voy a poder liberar”. Mi familia y Dios son mi inspiración para intentar dejar esto atrás.
Otra de las víctimas de Calvo, quien fue violada el 7 de febrero del 2008 por este sujeto, asegura tener miedos constantes y muchas persecuciones al día de hoy.
“Siento mucha pena, parece extraño, pero en estos casos, la víctima es la que se siente con vergüenza”, manifiesta la muchacha, vecina de Heredia. “Él no era tan alto, tenía piel trigueña, ojos cafés oscuros, cabello negro, vestía un pasamontañas en forma de gorro, lentes claros, un salveque oscuro tipo sudadera color negra, cuello alto y delgado”, recuerda.
“Este hecho me marcó de por vida. Es algo que baja la autoestima de cualquier persona. No se lo deseo ni a la peor enemiga”, exclamó.
© 2010. Periódico Al Día. El contenido de aldia.cr no puede ser reproducido, transmitido ni distribuido total o parcialmente sin la autorización previa y por escrito del Periódico Al Día. Si usted necesita mayor información o brindar recomendaciones, escriba a webmaster@aldia.co.cr.