Mauricio Astorga

Johannesburgo. Esta tarde caerá el telón de la Copa FIFA 2010. El primer Mundial africano y probablemente el único en este continente en mucho tiempo.

Hoy tendremos un nuevo rey en el Planeta Fútbol. Y tendremos un campeón en todo sentido, porque ninguno de los cuadros finalistas ha levantado la Copa nunca.

El fútbol nos premia llevando a la final a dos equipos a los cuales les gusta “jugar”.

Dos escuadras que, sin mezquindad, buscan el marco contrario como prioridad en su planteamiento sobre el terreno.

Para mí es difícil inclinarme por uno. Holanda ha sido el equipo más regular del torneo y pareciera que el destino le ofrece la revancha por aquella increíble naranja mecánica de los setenta que debió haber campeonizado y no lo logró. Sería, además, el premio para un fútbol que ha servido de semillero de nuevos talentos para los grandes clubes del mundo.

España nos hace identificarnos por los lazos históricos en común, su idosincracia e idioma. Además, da gusto ver a esta selección que está basada en las figuras del FC Barcelona.

Cualquiera de los dos será un digno Rey. Quizá el único que lo sabe es el pulpo Paul.