Álvaro Sáenz, Presbítero
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Hoy la palabra de Dios nos habla de la oración. La más importante actividad de Jesús era orar. Los Evangelios dicen que él oraba sólo o acompañado. Su oración le es esencial. En su obra debe estar en intimidad con el Padre.

Dice el texto que un día uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar”. Su reacción es inmediata. Nos entrega la plegaria perfecta: el Padre Nuestro. En ella, además de saber que Dios es Padre, manifestamos nuestro deseo de que por nosotros el Reino se extienda, es decir, que no sólo vamos a aprender a vivir su amor sino que trabajaremos en comunicarlo a todos. En la plegaria pedimos el pan, pan material, pan sacramental; así como el perdón de los pecados, pero asegurando que ya hemos perdonado a los otros. Literalmente decimos: “porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden”.

Terminamos reconociéndonos débiles y pidiendo fuerza para no caer en aquella tentación muy personal en la que, por nuestra debilidad, podríamos perder la vida.

Luego Jesús nos propone una frase muy intensa: “pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá”, porque: “el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre”. Si Jesús parte de la plegaria que nos propuso antes, debemos entender que la esencia de nuestra plegaria es “que venga tu Reino”. El Reino es la respuesta final, es hacer encajar nuestra vida en el gran proyecto de Dios.

Le sugiero escuchar Radio María Costa Rica, en 610 AM o en www.radiomaria.cr