Antonio Alfaro
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Se nos acabó el Mundialito, fugaz consuelo, irónica aparición de fogueos de nivel mundial, tentación a creernos la selección 33 de Sudáfrica 2010.
Deberán cambiar de página aquellos jóvenes, empleados del supermercado, que calendario en mano y sentados en unas gradas en su almuerzo, hacían cábalas sobre el papel de la “Sele” en el Mundial. La imaginaban en lugar de Honduras integrando grupo con España, Suiza y Chile. ¡Así de creativa es nuestra necesidad de consuelo!
Tampoco faltaron quienes construyeron –sobre todo después del segundo fogueo– un grupo con Francia, Suiza y Eslovaquia, los tres rivales en la gira europea. Por fortuna, para no sobrepasar los límites saludables del imaginario colectivo, todos convenimos que tres puntos no hubiesen bastado para llegar a segunda fase.
¡Se acabó! De vuelta sin escalas a la realidad, a tres días de un Mundial con tan solo 32 clasificados. ¿No son más que suficientes?
Sin ánimo de aguafiestas, complacido con el nivel de fogueos jugados, considerando aceptable el rendimiento de la “Sele”, bueno ante Francia, regular ante Suiza, flojo ante Eslovaquia, creo saludable recordar que no estamos en Sudáfrica. Tenemos que aceptarnos afuera, para trabajar por vernos adentro.
De poco servirán los tres fogueos, si la próxima vez que juguemos contra Francia lo hacemos como el clasificado 33 del Mundial.
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