Domingo 27 de junio de 2010, San José, Costa Rica
Nacionales | De hoy
El evangelio

Álvaro Sáenz Zúñiga, presbítero
asaenz@liturgo.org.

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El evangelio hoy nos habla de la tarea fundamental de la vida y por ello la vocación humana, pero en un texto de amplios contrastes. En primer lugar, San Lucas propone algo que quizás se nos escape. Me refiero a la percepción que tenía Jesús de su inminente final contradictorio. De frente a ese desenlace trágico, él se manifiesta totalmente dispuesto a lo que sea, con tal de hacernos comprender que Dios nos ama.

El texto nos sorprende: “Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén”. San Lucas de ninguna manera expresa temor ni cobardía en Jesús.

Y los contrastes continúan. Jesús, que ha resultado fascinante para muchos que quieren entrar en el misterio de su entrega a Dios, recibe ofertas de discipulado. Pero esas personas acaso lleguen a la vocación pensando en prebendas, comodidades, superación social o hasta económica, o con una imagen deteriorada de su propuesta. Pero Jesús, de un solo tajo, corta esas pretensiones, señalando con expresiones casi violentas la rudeza del destino de aquel que se le quiera acercar para seguirlo.

Así, cuando alguno dice: “¡Te seguiré adonde vayas!”, Jesús desinfla su pretensión. Y sin hacernos pensar en ideas ajenas a la fe, como sobre buenos y malos. Nos pone ejemplos con animales de todo tipo. Pues todos tienen mejor futuro que Él, que no tiene ni siquiera “dónde reclinar la cabeza”.

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