Rodolfo Martín
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John Félix Bender, inversionista estadounidense de 44 años, murió el 8 de enero en medio de la oscuridad y el silencio, al lado de su esposa, en una espectacular residencia de cuatro pisos en un refugio natural en La Florida de Barú, Pérez Zeledón.
Su cuerpo, según el OIJ, presentaba una herida de bala en la cabeza. Así lo verificaron los agentes que llegaron al sitio.
A 66 días de los hechos, el móvil del suceso sigue aún sin esclarecerse.
Su esposa, quien inicialmente fue presentada por el OIJ como supuesta involucrada en el hecho, fue declarada inimputable conforme dictamen médico.
El caso trascendió como un suicidio, según la primera alerta recibida por el OIJ de Pérez Zeledón.
Sin embargo, cuando los agentes llegaron consideraron que la escena más bien correspondía a un homicidio.
No está claro, tampoco, el origen y destino de un millonario lote de joyas, con más de 100 kilos de peso que las autoridades que llegaron al lugar descubrieron.
“Uno de estos paquetes, con 14 ó 16 piedras, tenía adherida una factura de compra, con fecha de diciembre pasado y por $8,5 millones”, afirmó una fuente cercana a la investigación.
Las joyas fueron trasladadas a las bóvedas del Banco Central vía aérea. Además, se incautaron unas 300 lámparas y decenas de obras de cristal cortado.
John F. Bender se graduó con honores en Biofísica, en la Universidad de Pennsylvania, en 1988. Al momento de ser hallado muerto, portaba el carné de residente rentista, número 9987. En el año 2000 se presentó ante el ICT como inversionista.
La mansión en que habitaba junto a su mujer, fue valorada en ¢238,298 millones en el 2006 por la Municipalidad de Osa.
La reserva en que está ubicada se llama Boracayán, localizada en un alejado caserío ubicado entre Osa y Pérez Zeledón. La componen 306 hectáreas de una exuberante reserva biológica.
Llamada de auxilio
“¡Ayuda... ayuda!” habría pedido desesperadamente por radio la esposa de Bender al ser las 12:15 a.m. de ese viernes 8 de enero al servicio de seguridad interno. Ella, la única persona que estaba al lado del fallecido, es, también, una estadounidense cinco años menor que él, nacida en Río de Janeiro, Brasil. Tenían 11 años de matrimonio.
Cuando el supervisor de los guardas, Osvaldo Aguilar, de la empresa Imperial Park, arribó a la escena, vio que la mujer le sobaba la mano izquierda a John, tal la información de que disponen las autoridades judiciales.
Él se les acercó y aunque había poca luz vio una mancha de sangre en la sábana, indicio de que algo había ocurrido.
Le tomó el pulso a John y confirmó su muerte.
José Fabio Pizarro, exdirector de la Fuerza Pública de Costa Rica, quien se identificó como asesor en seguridad del refugio con ocho guardas a su cargo, le dio luego al OIJ una explicación de lo que supuestamente, había ocurrido, con base en lo que la mujer, al parecer, conversó con Aguilar, el supervisor de guardas.
Al parecer, la pareja se había acostado a las 11 p.m. y ella estaba muy cansada porque tenía días de no dormir bien.
Ambos estaban acostados ha cia arriba y hablaban en voz baja cuando ella, según su versión, le oyó decir a John que tenía un arma, “que quería matarse y que le iba a enseñar cómo era estar con un muerto”.
El dedo en el gatillo
Con el reflejo de la luz, –porque estaba a oscuras y, la neblina ya había bajado– recordó ver a su marido con el arma, con el dedo en el gatillo y apuntándose.
No obstante, no recordaba en qué mano la tenía ni hacia donde se apuntaba, según la información en manos de las autoridades judiciales.
La mujer dijo haberse levantado y ponerse de rodillas para arrebatarle el arma.
Creyó lograrlo aunque, presuntamente, desconocía que estaba cargada, sin seguro e incluso con el gatillo hacia atrás.
En el forcejeo, al parecer, ella estaba a la derecha y le habría jalado las manos a John hacia un lado para caer de nuevo en la cama de ambos.
Aparentemente, el arma se disparó cuando sus manos con las de él tocaban una almohada.
Agregó, conforme la versión dada a autoridades judiciales, que como John era tan grande, se bajó de la cama por la parte de atrás, llegó al otro lado y al tocarlo sintió sangre.
En ese momento, llegó el supervisor de guardas.
John presentaba un balazo en la región occipital inferior.
Ella luego tomó varias pastillas, salió del cuarto y se puso a trabajar en las computadoras.
El día anterior John, al parecer, había tenido un día malo, tomó más tratamiento del requerido, “estaba mareado, cansado y poco comunicativo”, según explica la versión de José Fabio Pizarro.
Incluso, se dijo, había tomado la decisión de que ella tenía que internarse para que la “trataran del mal que padece”.
Osvaldo Rojas, con 10 años de relación laboral, el empleado más cercano a la pareja y quien se desempeñaba como misceláneo, describió a John como una persona con sus días buenos y malos. Éstos últimos afloraban cuando se presentaban problemas de negocios.
En los días malos se mostraba de fuerte carácter.
Al parecer, las discusiones con la mujer eran en tono fuerte y en inglés.
En las últimas dos semanas lo había notado molesto, pero no así el día anterior a los hechos.
Nunca lo vio entrar en un estado depresivo, solamente cuando estuvo internado en el hospital CIMA por un problema estomacal, añadió el empleado Osvaldo Rojas.
Sin embargo, la mujer le habría dicho a Osvaldo que sí estuvo molesto a causa de la misma enfermedad que lo había tenido en el hospital; aún así vio que John estaba bien y que no había tenido problemas ni discusiones con Ann.
Es homicidio
La investigación que coordina la Fiscalía Adjunta de Pérez Zeledón apunta hacia un homicidio del cual la mujer es sospechosa aunque fue declarada inimputable por dictamen médico.
Así se desprende de lo que arrojó la escena, los primeros exámenes forenses y del análisis de las declaraciones de testigos.
En caso de que se hubiera suicidado, John habría recibido un disparo de contacto que le habría dejado el conocido anillo de ahumamiento, según la Policía.
Al no quedar este residuo significa que el disparo provino de corta distancia.
John presentó un orificio en la parte inferior de la región occipital, algo imposible porque él es zurdo, se agregó.
Aparentemente, no tenía residuos de pólvora en su mano, según fuentes policiales.
En el caso de ella, según las autoridades, los residuos son pocos pero, de acuerdo con el avance de la pesquisas, aparecieron rastros en la computadora que usó tras el incidente y en la ropa con sangre que le fue decomisada para ser analizada.
El OIJ valora supuestas inconsistencias en la versión que dio la mujer. El móvil de lo que allí pasó sigue en la penumbra.
Aislados
La pareja no tenía hijos y según testimonios, vivían aislados del personal que atendía la casa, según recordó Isaías Barrientos, quien trabajó con ellos cuatro años.
Pasaban la mayor parte del tiempo entre los pisos tres y cuatro a los cuales nadie tenía acceso porque en la segunda planta, había un portón de hierro que permanecía cerrado.
La casa tenía ascensor, pero estaba parado en el cuarto piso.
John y su esposa permanecían horas de horas frente a las computadoras, según las investigaciones y disponían de máxima seguridad todo el tiempo.
Segunda parte mañana lunes: el hallazgo de Más de un quintal de joyas.
Mansión
La edificación de la casa, al parecer, costó –en el 2004– ¢238,298 millones, según el departamento de Contabilidad de la Muncipalidad de Osa. La vivienda está rodeada por un espejo de agua además de una gran piscina. Escena del crimen
John Bender dormía sobre una cama barata de pino, desnudo, cubierto por una sábana y dos cobijas. Llevaba tapones en los oídos para evitar el ruido. El penalista Erick Ramos, defensor de su esposa, dijo que presuntamente, era bipolar.(Recreación de fin ilustrativo).
John apareció con un balazo en la región occipital inferior.
Revolver Ruger P95,Calibre: 9mm Pb., Capacidad cargador: 15 cartuchos, Peso: 765 gr. Longitud total: 184 mmBalas Winchester, 9mm Luger, expansivas.
Detalles
A John Bender le concedieron la residencia como rentista el 12 de mayo del 2001. El 27 de abril del 2009 la de residente permanente.
El refugio silvestre Boracayán del Sur, consta de 14 fincas para un total de 306 hectáreas. Obtuvo la declaratoria el 4 de noviembre del 2002 por decreto del Minae.
Antes de llegar a Costa Rica, había sido un exitoso agente de bolsa, según el libro “Stock Market Wizards”, de Jack D. Schwager. A su arribo sufrió un aneurisma.
En Internet circula un aviso bajo el título: “Busco familia de John Felix Bender”, asunto: herencia.
Su esposa, aún sigue internada en el hospital CIMA. Ahí llegó con un serio cuadro de desnutrición y una crisis psiquiátrica, afirmó su defensor Erick Ramos.
Por ahora ella es inimputable en atención a un dictamen de psiquiatría forense.
La pareja, tradicionalmente, comía, alimentos precocidos o congelados que ellos mismos calentaban. John se cuidaba mucho de las grasas y los azúcares, según los testigos.
Las autoridades decomisaron en su casa algunos catálogos y da la impresión de que tal vez, en algún momento de su vida habría sido modelo. La esposa comía muy poco.
Los recuerdos
Isaías Barrientos, Chef.
A los dos les gustaban los jeans, las botas, los sombreros y los anteojos oscuros”.
Arturo Vargas, Vecino.
Nos dolió cuando puso una aguja y cerró un camino público que estaba antes de que él llegara”.
Freddy Porras, vecino.
Era como Dios: todo el mundo sabe que existía, pero nadie lo había visto. Era como invisible”.
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