Rodolfo Martín
rmartin@aldia.co.cr

         

John F. Bender, inversionista estadounidense de 44 años, quien apareció muerto de un balazo en su mansión, en una reserva biológica en Barú de Osa, el 8 de enero, se estableció en Costa Rica con un capital de $50 millones, dijo a Al Día el abogado Francisco Campos, quien fue contratado para reclamar un cuantioso cargamento de joyas decomisado por el OIJ en la residencia de Bender.

La Fiscalía del Crimen Organizado investiga si en el caso del cargamento de joyas hay una eventual defraudación fiscal.

“El señor Bender, antes de venir a Costa Rica, manejó todo su dinero en fideicomisos”, aseguró el abogado.

“Cuando optó por venirse a nuestro país, decidió traer una parte de su capital, alrededor de unos $50 millones y no $600 millones como ha circulado”, dijo.

Un total de 140 kilos pesó un lote de joyas decomisado por oficiales del OIJ de Pérez Zeledón en la casa del inversionista estadounidense, quien murió en un confuso incidente al lado de su esposa.

“Uno de los paquetes, con 14 ó 16 piedras, tenía adherida una factura de compra, con fecha de diciembre pasado por $8,5 millones”, afirmó una fuente cercana al caso.

“La Fiscalía investiga si la vivienda del estadounidense fue centro de trasiego, subasta o venta de joyas”, dijo el fiscal adjunto de Pérez Zeledón Edgar Ramírez.

“Estas son joyas que, supuestamente, debían estar guardadas en una bóveda en los Estados Unidos pero que, por alguna razón, el señor Bender trajo a Costa Rica”, dijo Campos.

El decomiso tuvo lugar entre el 15 y el 16 de enero, siete días después de que el extranjero murió en el cuarto piso de su mansión en La Florida de Barú de Osa.

Como sospechosa del hecho figura la esposa del extranjero, según las pesquisas del OIJ de Pérez Zeledón. Ella, por dictamen médico, es considerada inimputable y, para los allegados de ambos, el caso es un suicidio.

¿Cómo entraron?

El hallazgo de las joyas, una colección de cristales y unas 300 lámparas, es investigada por la Fiscalía de Crimen Organizado.

Las joyas, en una pequeña cantidad, aparecieron en una urna, en tanto que el resto, en un sin número de maletas, confirmó el fiscal Ramírez.

La Policía pretende esclarecer si Bender era el dueño de las joyas o hay otros propietarios. Hay decenas de facturas de compra, certificados de calidad y originalidad de las joyas, pero ninguna póliza de desalmacenaje, según las autoridades.

“Hasta tanto no se cuente con los resultados de los informes periciales, cualquier cosa que se diga es una especulación”, dijo Erick Ramos, defensor de la extranjera.

Un primer lote de joyas fue trasladado la tarde del 15 de enero en un helicóptero que salió de la propia casa hasta Base Dos, en el aeropuerto Juan Santamaría.

Ahí, bajo una fuerte custodia fue llevado al Banco Central. El segundo envío tuvo lugar al día siguiente. Por el gran peso, los investigadores debieron hacer dos vuelos en helicóptero hasta Buenos Aires de Puntarenas, donde abordaron una avioneta para hacer el traslado en un solo vuelo.

Las joyas están en una bóveda especial en el Banco Central, en San José porque en San Isidro de El General, no hubo un solo banco, público o privado con el espacio para resguardar todo el lote.