Yariela Novo y Neyssa Calvo
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Con una explosiva entrada, la banda Megadeth hizo temblar ayer el autódromo La Guácima.
Ante más de 10 mil almas, los roqueros lograron su objetivo: darlo todo.
El grupo llegó a las 3:30 p.m., en un vehículo 4x4 como fantasmas porque la fanaticada ni se enteró.
A pocas horas del estallido musical, la gente empezó en coro a llamar al líder “¡Mustaine, Mustaine!” seguido de un “¡Megadeth, Megadeth!”.
No fue sino hasta las 7:45 p.m., con un retraso de 45 minutos, y a media luz, que se escuchó lo que sería la introducción de la antesala de un energético concierto.
Los recibió un público ya encendido por el telonero Sight of Emptiness que regaló casi una hora llena de rock.
Uno a uno, fueron apareciendo provocando gritos y aplausos, Shawn Drover en la batería, Chris Broderick con su guitarra, David Ellefson en el bajo y finalmente el colorido Dave Mustaine, quien hizo rugir su guitarra como sólo él sabe tocar las cuerdas.
Un ejército que provocó con cada movimiento sobre la tarima gritos, brincos y fuertes aplausos de los amantes de su estilo musical explosivo.
El público estaba enloquecido, no podía creer que ya tenía a sus ídolos frente a sus ojos y tras un suspiro escuchó la primera de más 15 piezas.
Así, con “Dialectic chaos” abrieron el concierto, seguido de “This day we fight” y “In my darkest hour”.
Y sin hacer esperar a los suyos, Dave dijo: “Hi” y abrazado a la bandera nacional siguió dando más de lo que sería una noche inolvidable.
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