Hamburgo, Alemania/DPA.- Kevin-Prince Boateng pasó al contraataque. El futbolista germano-ghanés sabe que se convirtió en el enemigo público número 1 del fútbol alemán, desde que lesionara con una patada al capitán de la selección germana, Michael Ballack, que no podrá jugar el Mundial de Sudáfrica.
Pero ahora, con todo perdido, salió a defenderse y para ello nada mejor que atacar tanto a Ballack como a los responsables de la selección y la Federación alemana.
Lo único que logró, sin embargo, hasta ahora es enardecer aún más los ánimos de los frustrados en Alemania, que lo acusan de todo, cubriéndolo con epítetos de todo color, tan racistas que están generando preocupación.
“En la selección alemana juzgan con parámetros diferentes e injustos. Nadie habla del cachetazo que Ballack me dio en el partido, poco antes de mi falta. Lo de él sí fue una clara agresión y mereció la tarjeta roja directa, pero no pasó nada. Eso fue peor que lo que hice yo, pero nadie dice nada”, se quejó el jugador del Portsmouth, refiriéndose a los dos incidentes claves, en la final de la Copa inglesa contra el Chelsea, el sábado.
Todo empezó cuando Ballack y Boateng se toparon frente a frente y el internacional ghanés de origen alemán le recriminó al capitán alemán: “¿Por qué no te dejas caer y provocas que le muestren una tarjeta a uno de mis compañeros”?, narró Boateng a la revista "Sportbild". Ballack reaccionó con un cachetazo que el árbitró no castigó. Tres minutos después, Boateng cometió la dura falta.
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